Corea del Norte amenaza ahora con cancelar la cumbre entre su líder supremo, Kim Jong-un, y el presidente de EE. UU., Donald Trump, en Singapur el 12 de junio tras conocerse  las declaraciones del consejero de Seguridad Nacional  de EE UU, John Bolton, que recomienda que Pyongyang adoptar el “modelo libio” de desnuclearización.

La preocupación tiene peso porque el desaparecido líder libio Muamar el Gadafi, acabó derrocado y muerto a manos de rebeldes financiados parcialmente por Occidente en 2011 tras acceder a terminar con su programa  nuclear. Corea del Norte siempre ha tenido especialmente presente ese ejemplo, y el de Irak, para alegar que necesita la capacidad disuasoria de una bomba nuclear para garantizar que el régimen y el país no acaben de la misma manera.

Las declaraciones de Bolton, explica Kim, son “una manifestaciones de una iniciativa tremendamente siniestra para imponer sobre nuestro propio digno Estado el destino de Libia o Irak, que se derrumbaron por haber sometido la totalidad de sus países a las grandes potencias”.

La declaración norcoreana tiene peso. Lleva la firma del influyente viceministro del Exteriores Kim Kye-gwan y  sienta las bases con las que Corea del Norte quiere negociar: no va a renunciar unilateral y totalmente a su programa nuclear, como le exige Estados Unidos. Pero no representa un cierre en banda: deja la puerta abierta a mantener la cumbre, siempre y cuando Washington deje de proponer a Libia como modelo y no insiste en que Pyongyang dé todos los pasos primero antes de que EE. UU. acceda a mover sus fichas. El Norte considera que ya ha ofrecido una serie de gestos, desde el anuncio del desmantelamiento de su centro de pruebas nucleares hasta la entrega de los tres estadounidenses que retenía presos.

“Si Estados Unidos nos acorrala y exige unilateralmente que nos deshagamos de nuestro programa nuclear, dejaremos de tener interés en las conversaciones y tendremos que reconsiderar si aceptamos la próxima cumbre estadounidense-norcoreana”, indica el comunicado del viceministro, difundido por la agencia oficial KCNA.

La declaración arremete de modo especial contra John Bolton, uno de los “súper halcones” del Partido Republicano en Washington, gran impulsor de la guerra contra Irak y que ya desempeñó en su día un papel en las fallidas negociaciones a seis bandas con Corea del Norte sobre desnuclearización. Bolton ha sugerido que la idea que la Casa Blanca tiene en mente es que Corea del Norte se deshaga por completo de su programa nuclear como hizo Libia en 2003 y 2004. Una declaración, a ojos de Pyongyang, o muy provocadora o muy estúpida.