La Casa Blanca anunció esta semana cambios en la regulación sobre comercialización de armas al exterior para facilitar la venta tanto de drones como de armas convencionales, de manera que las empresas estadounidenses ya no tendrán que acudir al Gobierno para establecer negociaciones con países extranjeros.

«El hecho es que nuestros socios aliados quieren comprar productos estadounidenses. Saben que nuestra industria produce los sistemas de defensa más avanzados tecnológicamente, complejos, precisos y efectivos», declaró el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro.

Los dos principales cambios que introducirá la nueva regulación es que las empresas estadounidenses ya no tendrán que recurrir al Departamento de Estado para iniciar conversaciones con potenciales clientes extranjeros.

«La idea es permitir a las compañías ir directamente a vender, no necesariamente a través del Gobierno de Estados Unidos. Estos supone un cambio enorme», señaló por su parte a los periodistas la secretaria adjunta de la Oficina de Asuntos Políticos y Militares del Departamento de Estado, Tina Kaidanow.

Esto no significa, sin embargo, que cualquier venta de armamento contemplada en la nueva Política de Venta de Armas Convencionales no deba someterse en última instancia al Congreso, tal y como sucede en estos momentos. La legislación establece que es el Departamento de Estado el que analiza si una operación cumple con los requisitos establecidos, tras lo cual traslada una recomendación al Congreso, que tiene un plazo de 30 días para rechazar la venta. Esa parte del proceso no cambia.

Tampoco varía, por lo tanto, el concepto de ‘presunción de denegación’, que tiene por objetivo «evitar la proliferación de armas de destrucción masiva o de aquellos sistemas que puedan suponer una amenaza a las tropas estadounidenses», agregó Kaidanow.

«Durante demasiado tiempo nos hemos coartado a nosotros mismos a la hora de suministrar a nuestros aliados los recursos que necesitan y que además favorecen nuestros intereses», sostuvo Navarro, quien resaltó la importancia de potenciar la capacidad militar de estos países para que Estados Unidos pueda reducir su implicación en conflictos.

Además, añadió Navarro, suministrando a estos países el armamento que necesitan se reduce la dependencia de estos Estados de potencias como China y Rusia, cuya creciente influencia en América Latina y China es vista con recelo desde Estados Unidos.

Este miércoles, EE UU firmó el primer tratado que reglamenta el comercio internacional de armas convencionales. El texto fue suscrito en la sede de la ONU, en Nueva York, por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Estados Unidos es responsable de un 30% de ese mercado, estimado en unos 80.000 millones de dólares por año.

El tratado, que ahora debe ser ratificado por el Congreso estadounidense, pretende regular las transacciones al obligar a los países a verificar si existe un riesgo de que las armas vendidas puedan ser utilizadas para perpetrar crímenes de guerra y de genocidio.
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Opuesto durante mucho tiempo a este texto que fue adoptado en abril por las Naciones Unidas, Estados Unidos logró que el tema de las municiones sea tratado por separado, con controles menos rigurosos.
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Pero el poderoso «lobby» de las armas de fuego en Estados Unidos, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), teme que esta convención internacional limite el derecho de los estadounidenses a portar un arma, un tema en pleno debate en el país tras una sucesión de tiroteos mortales, el último de los cuales dejó 12 muertos en Washington el 16 de setiembre.