La Unión Demócrata Cristiana que lidera la canciller alemana Angela Merkel conjuntamente con sus aliados bávaros (CSU) pactaron una nueva alianza con el partido Socialdemócrata Martín Schulz que les permitirá formar un gobierno con mayoría propia en el Bundestag (Parlamento).

Sin embargo este nuevo gobierno aprobado ya por Martin Schulz, líder Socialdemócrata; Horst Seefofer (foto abajo), líder de la Unión Social Cristiana de Baviera (partido hermano de la CDU); y  Angela Merkel, líder de la Unión Demócrata Cristiana y canciller.

Sin embargo este acuerdo, que terminó con cuatro meses de punto muerto,  deberá ser aprobado todavía por los 460.000 miembros de la Socialdemocracia, lo que se hará por correo electrónico en las próximas semanas. Hay que destacar en este punto que el acuerdo es impopular para los sectores socialdemócratas más jóvenes que creen que el partido fue opacado por la CDU ya en el gobierno anterior, que también fue de gran coalición, situación que podría agravarse en el nuevo periodo de Gobierno.

Las negociaciones estuvieron marcadas por las discrepancias entre la CSU y el SPD sobre el reparto de las carteras, la reforma sanitaria y la reglamentación de los contratos de trabajo temporales.

Sin embargo en las negociaciones para un nuevo Gobierno, los socialdemócratas lograron finalmente obtener los ministerios claves de Finanzas y Relaciones Exteriores, así como también Trabajo y Asuntos Sociales.

La baja popularidad de los socialdemócratas parece darles la razón: tras obtener el 20% de los votos en las elecciones de septiembre (y romper la alianza con la CDU para ser oposición), cayeron a un 17% de apoyo tras el anuncio de las negociaciones, mientras que la ultra derecha antisistema del AfD subió al 15% tras haber logrado un 13% en los comicios, según un sondeo del diario sensacionalista “Bild”.

Por su parte a Angela Merkel no le queda margen de error si quiere permanecer en el poder. En las elecciones legislativas de septiembre, marcadas por el repliegue de los partidos tradicionales y el avance de la extrema derecha, no proporcionaron una mayoría clara en el Parlamento alemán.

Además a la canciller alemana no le quedó otro camino que negociar con los socialdemócratas, a principios de enero,  después de no haber podido formar una coalición con los Liberales y Los Verdes en noviembre. Las discusiones se atascaron en la cuestión del gasto militar y, sobre todo, en el mercado de trabajo y la reforma de la seguridad social en Alemania, para reducir las desigualdades entre la sanidad pública y privada.

La ultraderecha conmocionó la escena política al lograr en septiembre 13% de los sufragios, aprovechando la preocupación generada por la llegada a Alemania de más de un millón de solicitantes de asilo desde 2015. Este resultado cambió las condiciones internas en el Bundestag para crear mayorías.

En el acuerdo de la nueva coalición se limita la aceptación de refugiados entre 180.000 y 220.000 al año, así como han pedido los conservadores. También limita la reagrupación familiar de los refugiados.