Por Jessika Krohne
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Facebook, Instagram y Twitter son un “must” dentro de los chilenos en el mundo de hoy. Sacarse una selfie y publicar permanentemente lo que se está haciendo se ha convertido en una costumbre. Incluso ahora se puede transmitir en vivo una actividad que se considera interesante compartir con el resto de los seguidores. La comunicación ha cambiado totalmente y exponer la vida se ha convertido en una moda entre los chilenos y el mundo entero.
Incluso ahora en las vacaciones, no existe la palabra desconexión y los veraneantes con mayor razón publican fotos, imágenes y videos de sus vacaciones y días de descanso. ¿Qué consecuencias tiene esta nueva forma que tienen las personas de comunicarse con el resto?
Claramente eso lleva a que la comunicación cara a cara y los 5 axiomas básicos de comunicación que propuso Watzlawick en su momento quedaron en el pasado, ya que se reemplazó la comunicación cara a cara y no verbal y los gestos por imágenes que contienen emoticones y hashtags para expresar lo que se está viviendo en ese momento. Las relaciones se convierten de esa forma en más impersonales y menos cercanas.
Por otro lado se pierde bastante tiempo en enviar estos mensajes, sacarse las selfies y publicarlos a través de los medios sociales o a través de los cientos de grupos de Whatsapp que uno tiene con los amigos y familiares.
Efectivamente los personajes públicos lucran mucho con esto y mientras más seguidores tienen, más le pagan los auspiciadores por publicar sus productos.
El Instagram se ha convertido en un verdadero negocio. Los chefs más conocidos del país publican sus recetas en sus perfiles y mientras más me gusta tienen, mayor es su ganancia.
Una amiga que acaba de hacer una pasantía por Camboya y me mandaba unas fotos impresionantes y espectaculares yo le decía que debería publicarlas en Instagram. Son fotos que vale la pena compartir. Ella me decía que le cargaba exponer su vida a través de esos medios y que finalmente se perdía el sentido de estar en esos lugares cuando solo se estaba preocupado de sacarse la mejor selfie con la pose más conveniente. Es cierto.
La frase celebre de Descartes “Pienso, luego existo” se ha convertido en la era postmoderna en “me conecto y luego existo”