Por Martín Poblete

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En las peores circunstancias imaginables, explotó con matices de verdadero escándalo, la cuestión de los abusos cometidos por sacerdotes homosexuales y algunos pedófilos, llegando a incluir miembros de varias Órdenes religiosas. De todos esos incidentes, ninguno tuvo la dimensión y perfiles de lo sucedido en torno al sacerdote Fernando Karadima Fariña, quien había construido un verdadero feudo en su parroquia, practicado en el curso de los años sucesivos actos de abuso y exceso con sus feligreses adolescentes, usadc el dinero de Pedro para especular en el mercado inmobiliario; la corrupción moral nunca es parcial ni restringida, tiende a ser total. Enfrentado a esta situación, el Cardenal Errázuriz fue negligente, en la percepción pública dicha negligencia fue apreciada muy cerca del encubrimiento, demoró por años la designación de funcionaros eclesiásticos encargados de investigar denuncias, terminó por entregar al sucesor un asunto en grado sumo delicado sin resolverlo.
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La proyección pública de la visita de Francisco está en sus Homilías en las misas celebradas en Santiago, Parque O’Higgins; Temuco, aeródromo Maquehue; Iquique, Playa Lobito. En todas ellas, el Papa ofreció su particular enfoque enraizado en su condición de argentino, peronista en el sentido del movimiento político-social fundado por Juan Domingo Perón a mediados de los 1940, en ese marco de referencia Francisco se refirió a los migrantes, los llamados pueblos originarios, los pobres; sostuvo encuentros considerados de alto contenido con reclusas en un centro penitenciario, y con la Pastoral Juvenil en el Templo Votivo de Maipú.
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En la Pontificia Universidad Católica, tomando su línea de la Encíclica Ex Corde Ecclesia / Desde el Corazón de la Iglesia, del Gran Papa Juan Pablo II, Francisco empezó por enfatizar el deber de toda universidad católica en defender y proyectar su identidad, en ese contexto entregó su apoyo a la gestión del Rector, Profesor Ignacio Sánchez Díaz. Luego, llamó a generar procesos educacionales inclusivos, transformadores, capaces de promover intelectualidad participativa; pidió enseñar con formas renovadas de razonar, pensar de manera imaginativa, entregar academia integradora y comunitaria. Centrando su discurso en la PUC, Francisco destacó su misión de participar en construir el Estado-Nación, hacerlo con actitud heroica y profética, en un futuro en el cual el Estado se verá cercado por las fuerzas de la tecnocracia global y el desarrollo científico-tecnológico; esta misión profética exigirá crear nuevos espacios de diálogo, de encuentro antes que de división, buscando aceptarnos mutuamente las diferencias.
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Terminada la visita Papal, la Iglesia chilena deberá intentar construir a partir del mensaje dejado por Francisco. Tiene a su favor el trabajo de su feligresía en las parroquias, en evidencia con la masiva convocatoria a las misas papales en Santiago y Temuco; y la extraordinaria vitalidad de la religiosidad popular católica chilena. Los obispos deberán volver a las raíces en la Doctrina Social de la Iglesia, el legado del Concilio Vaticano II, y la tradición de los obispos chilenos en la segunda mitad del siglo pasado.