La foto de portada fue captada durante la visita que le hizo al Papa la Presidenta Michel Bachelet el 5 de junio de 2015 

Por Mariano Fernández Aldunate (*)

En vísperas de la visita del Papa Francisco (ya viene viajando desde Roma a Chile), es de interés recordar a la opinión pública que Jorge Mario Bergoglio no solo es el Jefe de Estado del Vaticano, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y el obispo de Roma, es también un reconocido líder espiritual a nivel mundial, quizás el más importante, que aboga con convicción y gestos por la paz, la misericordia y el entendimiento entre los gobiernos, poderes, hombres y mujeres.

Pienso que es del mayor interés para católicos, como también para los que profesan otras religiones y, además, los no creyentes, escuchar en Santiago, Temuco e Iquique los mensajes del Santo Padre. No únicamente en los aspectos referidos a nuestras realidades, sino también en aquellos asuntos y temas que seguramente abordará, como son el diálogo interreligioso, principalmente con musulmanes y judíos, pero también con budistas y otras creencias -en Santiago hubo ya un interesante encuentro-; asimismo el ecumenismo, que es el acercamiento paulatino entre las iglesias cristianas, como la católica, luterana, anglicana, ortodoxa, etc., todo ello con el fin de contribuir a la paz y dignificar la fe.

Temas que nos tocarán más de cerca serán sus palabras y propuestas acerca de los débiles, perseguidos, inmigrantes y emigrantes, y «acoger, proteger, promover e integrar» son sus palabras recientes sobre ellos. Los pueblos originarios y las periferias del planeta en que vivimos son otros aspectos prioritarios de su vida y acción. El cuidado de la casa común -la responsabilidad humana en el calentamiento global y en el deterioro del medio ambiente- es una materia respecto de la cual Francisco ha publicado una brillante encíclica, Laudato si’ , transformada en manual de estudio y en fundamento de encuentros científicos, sociales y políticos en muy diversos lugares.

Francisco se vislumbra como un Papa profético, adelantándose a los tiempos con sus palabras y acción, como se puede ver en sus reflexiones críticas sobre el estilo de desarrollo y la urgencia de cambios en el sistema político y económico de poder mundial; como se observa en su esfuerzo por dar forma a la familia en los tiempos actuales; como resulta posible de apreciar en sus intentos por reformar la curia romana y dar un impulso «más callejero» a las conferencias episcopales y eclesiásticos que en muchos lugares presiden una declinación alarmante de la Iglesia por sus comportamientos y abusos.

En fin, el Papa da para libros y ya se han publicado numerosos. Que llegue a Chile es un privilegio, porque las principales demandas de presencia de Francisco provienen de los lugares con las mayores tensiones y conflictos a nivel mundial, como es fácil comprobar dando una ojeada a su calendario anual. Sus palabras esperamos que contribuyan también a subir el nivel de la discusión nacional, a disminuir la descalificación como método de diálogo y aumentar considerablemente el sentido de la unidad, fundamental para seguir la senda interesante y exitosa que ha tenido Chile después de sus oscuros años dictatoriales.

(*)  Embajador de Chile ante la Santa Sede