Todo parece indicar que el espionaje a extranjeros fuera de los Estados Unidos continuará como hasta ahora, tras los esfuerzos intensivos y maratónicos de la Cámara de Representantes y ahora también del Senado para renovar el programa de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA), que expira el 19 de enero próximo, es decir dentro de ocho días.

Los detractores de esta Ley o defensores de la privacidad no han tenido suficiente fuerza frente a este trámite legislativo que en estos momentos se concentra en el Capitolio en Washington, donde este jueves la Cámara sacó adelante la propuesta por 265 votos a favor y 164 en contra, pasando ahora al Senado, trámite que debería tener luz verde en los próximos días.

Esta Ley permite recolectar información digital de extranjeros y, según el presidente de la Cámara, el republicano Paul Ryan, de no renovarse este programa, Estados Unidos no podría enviar “información a las autoridades para prevenir ataques terroristas” y “las consecuencias serían realmente graves”.

No se espera que el Senado se oponga a esta controvertida ley, esperándose que la vigencia de la misma sea renovada por otros seis años.
Algunos senadores, como Rand Paul, de Kentucky, miembro del ala más libertaria del partido republicano, la ha criticado  al afirmar que “ningún estadounidense debería perder su derecho a la privacidad”.

La aprobación de esta Ley en la Cámara estuvo marcada, como se esperaba, por unos controvertidos mensajes del presidente Donald Trump en su cuenta de Twitter. En un primer momento, el mandatario apareció como rechazando la ley al asegurar que pudo haber sido utilizada para espiar con malas intenciones en su campaña presidencial de 2016. Sin embargo, este jueves, después de la aprobación en la Cámara, ha afirmado que el voto de hoy “es sobre tipos malos extranjeros en territorio extranjero, la necesitamos”, subrayó en su nuevo mensaje.

La NSA

A través de la FISA, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) recolecta información sin orden judicial sobre las comunicaciones por vía digital de extranjeros o estadounidenses fuera de EE.UU.

Los servicios de inteligencia de EE.UU. consideran esta decisión como una herramienta clave en sus labores de espionaje, porque les permite, sin necesidad del permiso de compañías como Google o AT&T, filtrar desde correos electrónicos hasta llamadas de teléfono de extranjeros, incluso si están hablando con un ciudadano estadounidense.

Este programa u operativo fue creado en 2008 por el presidente George Bush y fue recogido en la Sección 702 del Acta de vigilancia extranjera. Así les permite tener bajo control a los sospechosos de terrorismo y narcotráfico.

La opacidad de la NSA y sobre todo el carácter indiscriminado de este tipo de controles movió a un grupo de congresistas de ambos partidos a pedir la imposición de límites que “nada se ha hecho para defender a la gran mayoría de los ciudadanos de estas investigaciones sin garantías. Y que nadie se equivoque, con esta prórroga se va a permitir extender la capacidad del Gobierno federal de espiar a los estadounidenses”, afirmó el senador demócrata Ron Wyden.

Analista Snowden

El rechazo contiene una lección amarga para los aliados de Estados Unidos. Tras el escándalo propiciado en 2013 por las revelaciones del antiguo analista de la NSA Edward Snowden (derecha), Washington se aprestó a limitar los programas de espionaje creados por una Administración que en 2001 había entrado en pánico tras los atentados del 11-S.  Pero el recorte se concentró en los sistemas que afectaban al territorio estadounidense, entre ellos el que permitía almacenar y filtrar secretamente miles de millones de llamadas domésticas. Los datos recopilados en el extranjero no entraron en este cambio legislativo.

Snowden denunció estos operativos diciendo que EE UU buscaba en el exterior no sólo atajar riesgos terroristas, sino “obtener ventajas diplomática de países aliados como Alemania o Francia y económico con Japón o Brasil”. Las promesas de Obama de cambiar esta situación quedaron incompletas.

El exanalista, asilado en Rusia, calificó estos operativos como no racionales, sino una fraglante violación de los derechos humanos.

Snowden reveló en 2013 detalles de programas de espionaje que permitían interceptar comunicaciones sin permiso judicial y con los que Estados Unidos también espió a aliados extranjeros. Tras la filtración, el exanalista estadounidense encontró refugio en Rusia para evitar ser procesado en Estados Unidos, aunque su paradero concreto se mantiene en secreto.  Rusia prorrogó en 2017,  por tres años el permiso de residencia de Snowden, por lo que a partir de 2020 podría solicitar la ciudadanía rusa.