Por Martín Poblete

De los partidos de la difunta nueva Mayoría, la Democracia Cristiana tiene una situación de corto plazo  particularmente delicada, de difícil manejo, ya que es inevitable en algunos diputados y dirigentes, el sentimiento de pertenencia al espacio político de centroizquierda.
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Sin embargo, ese espacio ha dejado de existir, las fuerzas hasta hace poco tiempo identificadas con esa definición pasan por crisis internas tanto o mas serias que las de los democristianos. En este marco de referencia, no parece inteligente para la DC plantearse alianzas o coaliciones de oposición con partidos pasando por serias convulsiones, mientras el Frente Amplio continúa siendo un arrejuntado de catorce movimientos y partidos todavía sin definición.
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En el frente interno, la directiva DC, contra la opinión del secretario nacional Gonzalo Duarte, ha resuelto recurrir a procedimientos administrativos internos para tratar asuntos «políticamente políticos (Jaime Castillo Velasco)», lo cual es una maniobra de alto riesgo.
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La DC tiene fijada su Junta Nacional para el  27/28 de enero 2018, en esa oportunidad deben tratarse todos los temas contenciosos, tanto aquellos vinculados a interpretación del pensamiento político DC, como los relacionados con la conducta política de personeros destacados, la importante  definición de formas y estilos de oposición en el Congreso respecto del futuro gobierno del Presidente electo Sebastián Piñera, y la convocatoria  a elección de directiva  por las bases, un militante un voto.
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Complicar  las semanas previas a la Junta pasando militantes a instancias disciplinarias, implica una seria pérdida del «sentido de la realidad (Miguel de Unamuno)»; la DC actual no es el gran Partido de otros tiempos, capaz de resistir y superar las escisiones del Mapu y de la Izquierda Cristiana, la de hoy está debilitada y disminuida, un quiebre podría precipitar la temida crisis de carácter terminal en breve desenlace.
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Los dirigentes democristianos deben comportarse con serenidad, evitando precipitar tensiones internas cuyo único resultado sería estimular tendencias rupturistas; de otra parte, personeros destacados necesitan cuidar su conducta, aplicar buen criterio en sus declaraciones así como también en la forma de proyectarse ante la opinión pública.