Foto de Portada: La derrotada líder de la revolución progresista Michelle Bachelet y el presidente electo Sebastián Piñera en un desayuno.

Chile: Triunfo de Sebastián Piñera

Por Álvaro Cuadra

Si bien muchos analistas coincidíamos en un triunfo del abanderado de derechas Sebastián Piñera; muy pocos imaginaron una derrota tan aplastante del candidato oficialista Alejandro Guillier. Se podrían esgrimir muchas razones para explicar tan bochornoso resultado. Desde la débil estatura política del candidato que debió ocupar el lugar que le fuera negado a Ricardo Lagos, hasta una crisis profunda del sector progresista que se ha escindido en dos sectores bien diferenciados: Nueva Mayoría y Frente Amplio.

Para muchos, el macizo triunfo de Piñera viene a fortalecer lo que se ha dado en llamar la “Restauración Conservadora” en la región.

De hecho, el presidente Mauricio Macri no disimuló su preferencia por el candidato de derechas en las elecciones chilenas. No obstante, habría que matizar las adjetivaciones frente a Sebastián Piñera.

Estamos ante un presidente electo de “centro-derecha”, más próximo al mundo social-cristiano que a los nostálgicos de la dictadura militar de Pinochet. El abultado triunfo en las recientes elecciones se explica, en gran medida, por un apoyo explícito de amplios sectores de la Democracia Cristiana hacia su candidatura.

En el plano interno, es un hecho de la causa que la presidencia de Piñera no cuenta con mayoría en el parlamento; de manera que muchas de las reformas emprendidas por la señora Bachelet seguirán su curso ya trazado. En el plano externo, es probable que el gobierno de Chile tome posiciones más definidas junto a la Casa Rosada; por ejemplo, frente a la crisis venezolana. Con todo, el gobierno Piñera no representa ningún acontecimiento traumático para el mentado “modelo chileno”, por el contrario, se trata más bien de su actualización y fortalecimiento.

Una ventaja insospechada del futuro gobierno de Sebastián Piñera lo constituye la fragmentación de las fuerzas opositoras. El llamado “mundo progresista” ha entrado en una suerte de “purgatorio político” en que los partidos y movimientos que lo componen deberán esclarecer sus proyectos, sus alianzas y sus liderazgos; una tarea portentosa que puede durar años, muchos años. 18/12/2017

Gana abstención y Piñera es presidente

Por Andrés Figueroa Cornejo

Nuevamente triunfó la abstención en las elecciones presidenciales 2017 con más de un 50 % de personas habilitadas para sufragar que no lo hicieron. Chile reafirma su liderazgo de menor participación electoral en América Latina, y segundo en el mundo luego de Madagascar.

De acuerdo al último informe emitido por el Servicio Electoral de Chile, Servel, escrutado el 92 % de los votos, sólo 6.325.858 de un universo de 14.308.151, sufragaron. Esto es, un 44 %. De la minoría que votó, un 54.5 % se inclinó por el candidato liberal ortodoxo en lo económico y ultra conservador en el campo ‘valórico’, y ya presidente en el período 2010-2014, Sebastián Piñera Echeñique. Sólo un 45.5 % de la minoría lo hizo por el candidato de Nueva Mayoría (ex Concertación), Alejandro Guillier Álvarez.

Sebastián Piñera, hermano de José Piñera, uno de los más acérrimos colaboradores civiles de la tiranía de Augusto Pinochet, no solamente es uno de los individuos más ricos de Chile y el planeta (con una fortuna ‘oficial y legalizada’ cifrada en más de 2 mil millones de dólares, según la revista Forbes), sino que se encuentra directamente comprometido con delitos de corrupción bancaria, financiera, dineros en paraísos fiscales y colusión corporativa, entre otros ilícitos.

Republicanos y demócratas 

El Estado chileno, vanguardia y ejemplo capitalista mundial de las estrategias políticas antipopulares, de los llamados ajustes estructurales y de la guerra en contra de cualquier opresión social organizada que se exprese como disidencia activa, cuenta con un sistema político institucional similar al de los EEUU de Norteamérica. En otras palabras, Sebastián Piñera encarna al Partido Republicano, mientras que Alejandro Guillier, el social liberalismo del Partido Demócrata. Un duopolio de matices invisibles que ha administrado y profundizado los intereses y la dictadura del capital desde el 11 de septiembre de 1973, siendo continuidad intensificada desde 1990 de las transformaciones orgánicas impuestas mediante la violencia criminal de la tiranía pinochetista a lo largo de sus 17 años.

El problema no es la votación voluntaria 

Llamada casta o clase política (por su impermeabilidad y constitución estructural como grupo de interés específico), una y otra componenda en el Ejecutivo, aparentando ‘cambios’ a los que muy pocos dan crédito, se han turnado para beneficio del capital sobre todo en sus momentos financieros y extractivistas. Humanidad y naturaleza, explotación y expoliación, son las dimensiones que han pagado los costos de una lucha feroz y sin tregua ante los intereses de las y los trabajadores y los pueblos (mestizos e indígenas).

En Chile no se trata únicamente de la hegemonía, aún sin contrapesos, de un régimen nepotista e incestuoso. Los asalariados y populares del país deben hacer frente a un tutelaje civilizatorio que ha convertido todas las relaciones sociales en valor de cambio y mercancía. Asimismo, en el país se presentan desde las más brutales hasta las más sofisticadas formas y estrategias de alienación y disciplinamiento social. Esto es, la reproducción simbólica incesante de la espectacularización y el fetiche de la mercancía, manifestadas en las familias, los colegios, el trabajo, los medios masivos de comunicación, las tecnologías, el modo de la organización urbanística, la relación campo / ciudad, la deidificación de la propiedad privada, y la cultura en general.

Por la mañana del 17 de diciembre de 2017, antes de conocerse el resultado electoral, la actual presidenta Michelle Bachelet, quien debe abandonar La Moneda en marzo de 2018, señaló estar arrepentida de haber aprobado el voto voluntario y la inscripción automática. Nuevamente la derrota de la Nueva mayoría sería responsabilidad “del sillón de don Otto”. Bachelet para intentar explicar la crisis de la democracia representativa y antipopular chilena, sólo establece como variable determinante la implementación del voto voluntario y la inscripción automática. O sea, tal cual las consideraciones clásicas de la oligarquía histórica de Chile, la inmensa mayoría de la sociedad es catalogada como “inmadura e ignorante” a la hora de votar por los mismos candidatos y programas desde hace 27 años, impuestos por arriba y sin ninguna participación popular. Bachelet no quiere reconocer que los pueblos en Chile simplemente no van a votar porque después de cada elección no cambia en nada su vida concreta. Y tampoco la mandataria da cuenta del fenómeno de la corrupción que recorre prácticamente todas las instituciones del país. Al parecer, a Bachelet sólo le molesta “lo feo que se ve” Chile ante el contexto internacional.

En fin. Mientras se escribe atropelladamente la presente nota, para las y los empobrecidos, los asalariados, la autodenominada “clase media”, los endeudados, los indígenas, las antipatriarcales, los jóvenes sin porvenir, el ambientalismo consecuente, la vejez en la miseria, la disidencia sexual y los pueblos sin derechos sociales que habitan Chile, tendremos que continuar bregando, como desde hace tanto, para volvernos una sola mano. Porque la mano reunida es la condición necesaria del puño blindado capaz de destruir el zapato del amo y superar un modo de existencia inhumano.

Anexo: Algunos resúmenes de repercusiones en prensa chilena

El Mostrador: Miedo a “Chilezuela” movió el padrón a la derecha

Es una de las pocas encuestas que, por segunda vez, se acercó a los resultados finales. El director de la empresa señala que fue claro que, en el debate final, Alejandro Guillier no quiso arriesgar ni hacer suyo con más fuerza parte del programa del Frente Amplio y eso le pasó la cuenta. Sin embargo, el temor que sembró la derecha, por ejemplo, con el fantasma de Venezuela, fue clave en el triunfo del empresario.

Bachelet, la gran derrotada

Aplastante triunfo de Piñera en balotaje pone en jaque legado político del Gobierno

El intenso despliegue de la Mandataria y el Ejecutivo estos 30 días no fue suficiente para contrarrestar una gestión política deficiente, las permanentes tensiones con la Nueva Mayoría, los errores no forzados en los proyectos de las reformas más emblemáticas, la negativa por demasiado tiempo a ejercer el papel de líder de la coalición y manejarse en una notoria distancia con los partidos que la respaldaban. “Si hubiera sido todo el año como fue el último mes, todo sería distinto”, reconoció un dirigente oficialista que recordó que, por un par de años, se cuestionó a la Jefa de Estado por estar “encastillada”, sin despliegue territorial ni sintonía con su coalición.

El susto pasó y empresarios celebran: Piñera retorna a La Moneda con promesa de revivir la economía y bajar los impuestos

Hay optimismo sobre reacción de activos chilenos, incluyendo el IPSA, el peso y bonos. La victoria de Piñera debería darles un impulso a los sectores políticamente sensibles. Y en esa lista están la industria de la educación universitaria, las administradoras de fondos de pensiones, la industria farmacéutica, la minería, las generadoras de energía eléctrica, las industrias forestal y de la construcción.

El clarín.cl: Un domingo cualquiera

Este pasado 17 de diciembre no fue el 19 de noviembre. Chile parecía podía remontar los cursos de la derechización feroz que los sectores más conservadores de América Latina han venido cobrando uno a uno sobre los proyectos “progresistas” latinoamericanos.  No se pudo. Gana nuevamente una ideología profundamente arraigada no solo en las clases altas, sino también –y sobre todo- en las bajas, en aquellos que aspiran a enclasarse. Esos, los mismos que han sido objeto tanto de la focopolítica como de la explotación más absoluta, que en el fondo es la misma cosa.

¿Por qué ganan las ideas neoliberales de este lado con tanta fuerza? No busco la respuesta en las culpas a terceros sino más bien intento aceptar, una vez más, la efectividad del discurso del capital ligado al del trabajo, del bien-estar individual por sobre el común, la crítica feroz al Estado y todo lo que de allí venga, cosa que lamentablemente también se ha comprado una parte de la izquierda sin poder deslindar entre experiencias y proyecto –

La Tercera: Un resultado que entrega un mandato claro – Editorial

El país se ha pronunciado en favor de volver a las políticas y formas de gobierno que tan buenos frutos trajeron, rechazando el legado de la Nueva Mayoría.

La segunda vuelta de la carrera presidencial ha terminado con un resultado contundente en favor de Sebastián Piñera, el abanderado de Chile Vamos. Triunfó categóricamente con el 54,5% de los votos, aventajando por nueve puntos a su contendor de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier. Tras este resultado, otra vez el electorado ha sorprendido a analistas y partidos políticos, pues así como en primera vuelta se esperaba un holgado triunfo de la centroderecha -lo que no ocurrió-, en esta segunda ronda algunos anticipaban un resultado estrecho, casi voto a voto, lo que tampoco sucedió.

Piñera, un grande: Andrés Benitez

La primera conclusión que se puede sacar del triunfo de ayer es que la derecha tiene un grande en sus filas: Sebastián Piñera. Porque si bien son muchas las razones que se podrán esgrimir para explicar el resultado, todas ellas pasan por él. Este es un triunfo de Piñera. Así de simple, así de claro. La historia es clara al respecto. Piñera logró algo que nunca la derecha imaginó: ganar dos elecciones. Esto, es inédito en la historia y es un escenario nuevo para todos aquellos que dicen que es muy difícil ganar con ideas de derecha.

Pues bien, Piñera desafió todos los pronósticos y hoy está instalado en La Moneda por segunda vez. Y eso habla de que estamos frente a un personaje político verdaderamente excepcional bajo cualquier punto de vista.

Fuente: Other News de Roma