La columna del periodista Fernández

Por Enrique Fernández

Cuando se acercan las vacaciones, por fin es posible pensar en un viaje y leer un buen libro. A Wilson Tapia le gusta viajar y además es autor de un libro. Es una novela que gira en torno al amor, el misterio, las culturas desaparecidas y una peligrosa misión entre los abismos y túneles interiores de un cerro del Norte Chico, el cerro Chaguareche.

Por eso la novela se titula “Chaguareche, entre las estrellas y el abismo”.

UN AUTOR INQUIETO

Wilson Tapia Villalobos es un periodista y escritor, columnista habitual de este medio, que  egresó de la Universidad de Chile a mediados de los años 60. Ejerció sus primeros trabajos profesionales en la desaparecida Radio Corporación y la Radio Nuevo Mundo. Escribió también en el diario “Última Hora” y otros medios, hasta que el golpe militar de 1973 alteró su carrera. Partió entonces a Venezuela, Argentina, Ecuador y otros países donde continuó su ejercicio profesional.

Cuando volvió a Chile en los años 80 publicó su primer libro: “Quién Mató a Tucapel Jiménez”, que es una amplia investigación sobre el asesinato en febrero de 1982 de ese líder sindical que intentaba oponerse a la dictadura militar. Fue un golpe de audacia de su parte, porque lanzó su publicación en 1986, cuatro años antes que el general Augusto Pinochet dejara el poder.

Otros títulos del mismo autor son “Chile de baquelita”, “Leyendas y mitos chilenos” “El alma en crisis” y “La rebelión de la conciencia”.

ESCENARIO DE COLORES

En “Chaguareche”, que es su décimo libro, podremos viajar por Ovalle, La Higuera, Combarbalá, el Valle del Limarí y, desde luego, por los faldeos y túneles del misterioso cerro, que en la cultura precolombina de la región fue considerado un lugar sagrado con sus 2.160 metros de altura sobre el nivel del mar. También nos encontraremos con los cientos de petroglifos grabados en las rocas, que encierran enigmáticos mensajes de aquellas culturas que desaparecieron.

Son relatos que transcurren principalmente a lo largo de 65 años entre mediados del siglo XX y comienzos del siglo actual. Pero el libro retrocede además a los tiempos inmemoriales de la Atlántida y Lemuria, dos continentes que, según cuenta la leyenda, se hundieron bajo el mar.

¿Protagonistas de estas historias? Uno de ellos es un sacerdote español que cae en el mismo pecado de Adán y se enamora de una Eva de 16 años. Junto a ella se ve envuelto en una peligrosa misión de la cual no podemos entregar mayores detalles, como lo hacen algunos críticos de cine que nos cuentan el final de la película.

Otros personajes con singulares nombres, propios de esa zona campesina y minera, son don Estamislao, don Feliciano, Recaredo, Custodio, Rosario, Claridad, Alma y Eloísa, una agraciada joven que se asoma en las páginas finales del libro.

La magistral pluma de Wilson Tapia sabe utilizar las palabras precisas con un rico vocabulario. No se excede en descripciones interminables y en cambio nos muestra el entorno de su relato como quien utilizara una cámara cinematográfica. Lo hace, por ejemplo, cuando Claridad le explica a su hermana por qué prefiere vivir en el norte y le dice: “El papá tenía razón cuando decía que la hermosura del Sur, con sus verdes frondosos y en millares de tonos, era para la vista. En cambio el Norte, con tintes azules, grises, rojos, marrón, pintados en cerros agrestes, era para el alma”.

Es que al autor también le gusta el norte. Y por eso escogió el Norte Chico, donde vivió su infancia, como escenario de estas novelas. De estas novelas, porque Tapia ha tenido la osadía de escribir una novela dentro de otra novela. Como lo hizo Cortázar, en “Rayuela”.

Lo cual significa que cuando usted adquiera el libro tendrá dos novelas por el precio de una…

PERIODISMO Y LITERATURA

“Chaguareche” representa para su autor la meta de todo buen periodista que quisiera dedicarse en algún momento a la literatura. Arrancar a tiempo del periodismo, como aconsejaba Hemingway, para entregarse a esta otra vocación y ser un escritor.

Así lo hicieron el mismo Ernest Hemingway (“Adiós a las armas”), Mario Puzo (“El padrino”), Ian Fleming (“Desde Rusia con amor”, con las aventuras del agente James Bond), Gabriel García Márquez (“Crónica de una muerte anunciada”) y Mario Vargas Llosa (“La tía Julia y el escribidor”).

La periodista Isabel Allende es el ejemplo más conocido entre nosotros: Empezó en la revista “Paula”, con su columna semanal “Civilice a su troglodita”, y cambió de rumbo  a comienzos de los años 80 cuando publicó “La Casa de los Espíritus”. Otros casos destacados son los de José Miguel Varas (Premio Nacional de Literatura en 2006), Patricia Verdugo (“Los zarpazos del Puma”), Mónica González (“La Conjura”), Hernán Millas (“La sagrada familia”), María Olivia Mónckeberg (“Karadima, el señor de los infiernos”), Elizabeth Subercaseaux “La rebelión de las nanas”… y, por supuesto, Wilson Tapia Villalobos,