Por Walter Krohne
Si bien es cierto anoche los candidatos debatieron, al menos más que en ocasiones anteriores, en el encuentro final antes de la elección del domingo, en un debate o foro que no fue tan espectacular, novedoso ni suficiente como algunos opinólogos han tratado de establecer en sus comentarios de este martes.
El cara a cara de los candidatos a Presidente fue en el fondo, como generalmente ocurre, más de lo mismo. Las preguntas muy generales y a veces mal planteadas por conductoras que, como Mónica Rincón (CNN), insiste siempre en que el entrevistado le conteste lo que ella quiere escuchar y no le deja a los entrevistados responder lo que realmente piensan.
En todo caso no fue un gran debate porque los temas, no eran nuevos, tampocos los respectivos enfoques y por lo tanto las respuestas de Sebastián Piñera y Alejandro Guillier ya eran archiconocidas a través de otras numerosas entrevistas realizadas por los canales de TV, las radioemisoras y la prensa escrita en las últimas semanas.
Los candidatos de Chile Vamos y de la Nueva Mayoría se enfrentaron por los supuestos votos marcados en la primera vuelta, el CAE, la agenda valórica, las pensiones, el financiamiento de los programas, el crecimiento y la seguridad (todos temas ya tratados hace cuatro años en el foro entre la progresista Michelle Bachellet y la derechista Evelyn Mathei). Sin embargo, los de anoche fueron enfrentamientos sin dolor, quedando demostrado una vez más que con ninguno de ambos habrá soluciones reales a los problemas de la gente. Esto significa que el chileno medio y bajo económicamente no tendrá una vida más apacible en los próximos cuatro años ni tampoco estará libre de las dificultades que sufre hoy como receptor de servicios de salud e ingresos adecuados en el trabajo. Esto porque para todo se requiere dinero, y en Chile los fondos son limitados ya que dependen principalmente de los ingresos del cobre, los que pueden bajar o subir según el clima externo y mundial. Las nuevas y necesarias fuentes de producción, aparte de las más tradicionales, no se ven por ningún lado y ni siquiera se han planteado con seriedad. Hay que pensar que el desarrollo de cualquier proyecto tecnológico, industrial, biológico o minero requiere mucho más de cuatro años que es lo que durará el nuevo gobierno.
Con esto quiero decir que ni las jubilaciones, ni la salud, ni la educación ni el maravilloso mundo de sociedad con buenos trabajos y bien remunerados serán una realidad en cuatro años más. La delincuencia y el narcotráfico seguirán su curso amparados por innumerables protectores invisibles. En otras palabras lo que queda después de este debate es que ninguno de los dos candidatos está en condiciones, en estos momentos, de asumir el honorable cargo de Presidente de la República. A todo esto hay que agregar la falta de mayorías en el Congreso Nacional.
Si Piñera le dijo a Guillier que con su programa e ideas estaba “vendiendo humo”, Piñera es en muchos aspectos una copia fiel o repetición de lo que prometió la primera vez (2009) y no pudo cumplir, como es precisamente en la cuestión de la delincuencia.
Piñera calificó como “infinanciable” el programa de Guillier de $ 10.000 millones y que, a su juicio, llevaría al país a una “crisis económica” y «va a perjudicar a los chilenos», estimando el valor real en 40.000 millones…
Sin embargo, nada o casi nada se habló de la economía dura, el déficit fiscal, el medio ambiente, las relaciones internacionales con los vecinos, el problema de la robótica que se nos viene encima o el destino del litio frente al cual Argentina se nos adelanta a pasos agigantados.
En un momento el debate, especialmente por parte de Piñera se convirtió en una comparación de cifras de lo que había hecho él y lo que había cumplido Bachelet en algunas materias, como en la delincuencia, cifras por lo demás ya conocidas y sin comprobación rea del si corresponden o no a la realidad. Ciertamente una discusión inútil, porque nada de esto le interesa a los electores reales que claman por una solución a sus problemas cotidianos, lo que no se ve por causas de que algunas vías de solución se dilatan en exceso, son bloqueadas o se las devora rápidamente la política por motivos que van más allá de la capacidad de la mente humana y por fuera de los intereses nacionales.
Se registraron en este debate varias contradicciones y también ambigüedades entre ambos candidatos, especialmente cuando Guillier le recordó a Piñera que en su primera administración ya había prometido que “pararía” la delincuencia y la “puerta giratoria”.
Frente al CAE (crédito con aval del Estado) a Guillier se le preguntó por la prometida condonación que comprendería al 40% más pobre de los endeudados , remarcándose que existía una contradicción con su jefe programático Osvaldo Rosales, quien en declaraciones separadas dijo que se trataba sólo de una suspensión y no condonación. ¿A quién hay que creerle se le preguntó a Guillier y su respuesta tajante fue “Créame a mí no más”.
La condonación es “Para siempre”, respondió Guillier. Finalmente el candidato fue de todos modos oscilante en el tema al hablar no en forma “tajante» de 40 por ciento” sino de entre un 35 y un 40%.
La misma sorpresa hubo en la oposición con un comentario de Piñera sobre el que, sin embargo, no entregó más detalles. Dijo que perfeccionaría el Acuerdo de Unión Civil (AUC). Consultado por La Tercera si es que eso implicaría incluir adopción, Sebastián Piñera Morel -hijo del ex mandatario- señaló que “entiendo que sí incluye”. Más tarde, en todo caso, el jefe programático, Gonzalo Blumel, descartó esa opción.
Lamentablemente para los chilenos, la mayoría de los temas sin solución discutidos anoche, ya fueron planteados como que se iban a solucionar en los últimos cuatro años y nada ocurrió.
¿Tendremos que esperar otros cuatro años (hasta el 2021) para encontrar soluciones con marchas y protestas o los cuatro años que vienen serán nuevos años perdidos para Chile?