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El Golpe de Estado de la CIA que derrocó a Jacobo Arbenz y que llevó al poder al coronel Carlos Castillo Armas en Guatemala en 1954,  inspiró al pintor mexicano Diego Rivera en su obra Gloriosa Victoria.

El periodista dominicano Tony Raful (foto abajo derecha )l ha publicado un interesante trabajo, La Rapsodia del Crimen: Trujillo vs Castillo Armas; Grijalbo, Madrid 2017.   Es un ensayo de características novelescas, bien escrito, con tendencia a exagerar las variadas redes paralelas de intrigas en Centroamérica y el Caribe en las décadas de 1950 y 1960.  A pocas semanas de su publicación, Mario Vargas Llosa, él mismo autor de una biografía novelada del Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, La Fiesta del Chivo (Alfaguara, Madrid 2000),  se despachó un excelente artículo sobre la materia en El País de Madrid.   La historia, sin perjuicio de recurrir ocasionalmente a novelistas y periodistas, es mas dura y tersa.
Antes del complot americano ejecutado por la CIA en connivencia con variados complotadores locales, los agentes del Generalísimo Trujillo ya estaban activos en Guatemala.   Inicialmente, hicieron contacto con los enemigos del Presidente Jacobo Arbenz a fin de obtener apoyo logístico en un plan conjunto con agentes del dictador nicaragüense, Anastasio Somoza García, para dar muerte al político demócrata costarricense José «Don Pepe» Figueres.   Este proyecto llegó a conocimiento de los funcionarios latinoamericanistas en el Departamento de Estado en Washington, luego del Secretario de Estado John Foster Dulles y del Presidente Eisenhower, quienes obligaron a Trujillo a cancelarlo.   Don Pepe Figueres había encontrado un eficaz emisario, bien evaluado en Washington, el Gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín; este dato no había pasado desapercibido por el siempre  bien conectado embajador nicaragüense, Julio Sevilla Sacasa, quien también hizo su parte para terminar con  tamaño disparate, siendo apoyado en Managua por Luis Somoza Debayle, hijo mayor del dictador.
Sin embargo, los agentes trujillistas permanecieron en Guatemala, manteniendo sus redes de contacto con diversos elementos de la sociedad guatemalteca, civiles, militares, activos en crear las condiciones para terminar con el gobierno del Presidente Arbenz, entre esos  individuos estaba un coronel llamado Carlos Castillo Armas, descrito en las comunicaciones diplomáticas dominicanas como «retraído, taciturno, pero confiable»; en eso estaban, cuando el complot fue asumido por la estación guatemalteca de la CIA.    Que razones podía tener el Generalísimo Trujillo para involucrarse en la política de Guatemala?   Una muy simple, directa, el gobierno del Presidente Arbenz había concedido asilo a un militar dominicano, adversario político de Trujillo,  el General Miguel Angel Ramírez Alcántara, organizador de una abortada invasión a República Dominicana.
En cuanto Castillo Armas asumió el poder después del derrocamiento del Presidente Arbenz, recibió de Trujillo la petición de mandar de regreso a su país al General Ramírez Alcántara; pero ante la contrariedad del solicitante, Castillo Armas declinó extraditar al requerido militar dominicano.    A partir de ese momento, se complicaron las relaciones bilaterales; sin solución por la vía diplomática, Trujillo envió a Guatemala a su principal agente a cargo de ejecutar operaciones de crímenes y terrorismo, Johnny Abbes, individuo siniestro vinculado a los mas notorios asesinatos y atentados ordenados por Trujillo.  Según testimonio de quienes lo conocieron, Abbes manifestó ya en su infancia tendencias aberrantes, como cuando sus padres lo sorprendieron arrancándole los ojos a los pollos usando un atornillador.
En la noche del 27 de julio de 1957, en la residencia presidencial mientras se dirigía al comedor en compañía de su esposa, Carlos Castillo Armas recibió un disparo de arma militar efectuado a quemarropa  por un soldado de la guardia presidencial, Romeo Vásquez Sánchez, falleciendo inmediatamente; el hechor, se dijo en comunicados oficiales, se suicidó en el mismo lugar del acontecimiento.   En seguida, surgió toda suerte de conjeturas, especulaciones, tejiéndose las mas espesas marañas de intrigas en la tradición caribeña, una especie de manto  cubriendo lo sucedido, de paso obstruyendo las investigaciones.
A las pocas semanas del asesinato, el agente trujillista Johnny Abbes salió de Guatemala vía El Salvador y Nicaragua, acompañado de una mujer  llamada Gabriela Bolaños, supuestamente amante de Castillo Armas con la cual llegó a República Dominicana.   Tres meses mas tarde, el 20 de octubre de 1957, un tal Narciso Escobar, quien las había oficiado de chofer de Abbes durante su estadía, fue hallado muerto de dos balazos percutados a corta distancia en el cerro Mirador en las afueras de Ciudad de Guatemala; a los pocos días, un comerciante cubano llamado Carlos Gacel, en realidad un pistolero al servicio de Abbes. salía de Guatemala con pasaporte falso rumbo a México.    El asesinato de Castillo Armas seguirá produciendo libros, investigaciones académicas y tésis de postgrado.