El 19 de noviembre, falta menos de una semana, los chilenos seran convocados a decidir en una importante elección; quien vaya por repetir el lugar común de «da lo mismo» abstenerse o votar, está muy equivocado.   Pasado el suceder febril de las encuestas y sondeos de opinión, van quedando cuatro tendencias firmes; si bien siempre deben considerarse posibilidades de variaciones en la recta final, de haberlas serán menores.

Desde fines del año pasado, viene manifestándose, repetidamente, en todas las encuestas serias, un indicador apuntando al aumento del número de electores dispuestos a votar en la próxima elección presidencial y de Congreso.   Estos votantes probables  alcanzarán a entre 43% y 45% del padrón; es decir, entre 5.800.000 y 6.300.000 ciudadanos ejerciendo su derecho a sufragio, cualesquier cambio irá en la dirección del 50%.   La cuestión radica en quienes serán estos nuevos electores respecto de las dos elecciones inmediatamente anteriores.

De todas las candidaturas presidenciales, la de Sebastián Piñera es la única con curva ascendente, ese impulso no solo se mantendrá en estos días finales de campaña, puede reforzarse.  En este marco de referencia, Piñera ganará en primera vuelta o le faltará  poco;  esto tendrá un importante corolario, su coalición Chile Vamos obtendrá, o quedará muy cerca, de la mayoría simple en la Cámara de Diputados.   La campaña del Senador Alejandro Guillier se aprecia estancada, carente de imaginación y vitalidad; la de Beatriz Sánchez ha entrado en curva descendente; todas las otras, salvo una, seguirán sumidas en sus bajísimas expresiones; la de José Antonio Kast corre el riesgo de terminar siendo un ejercicio irrelevante.

En una situación cuyo comienzo puede situarse a fines de marzo del presente año, se aprecia el surgir de un fuerte sentimiento regionalista,  expresado en el rechazo a candidaturas impuestas por decisiones cupulares en Santiago.  De manifestarse tal sentimiento en la elección, se pierde José Miguel Insulza en Arica/Parinacota;  se pierde Lautaro Carmona en Atacama, él es de ahí, pero su candidatura fue  percibida por las bases socialistas regionales como impuesta por decisión de los comités centrales comunista y socialista; se pierden Alvaro Elizalde y Andrés Velasco en Maule; se pierde Gustavo Hasbún en Araucanía; y se pierde Camilo Escalona en Aysén;  la excepción a la norma será Felipe Kast en Araucanía, su participación en la primaria presidencial de la centroderecha le permitió sacar mas de trece mil votos, proyectando su candidatura senatorial.

Según venga la mano en esta elección de senadores, el sentimiento regionalista puede quedar lanzado a largo plazo, un factor a pesar con fuerza en la política chilena del Siglo XXI.

La candidatura presidencial de la Senadora Carolina Goic, marcará en la elección bastante mejor de cuanto ha marcado en variadas encuestas; en la medida que así lo consiga, reducirá las posibilidades de voto cruzado de probables electores socialcristianos moderadamente conservadores; según sea la distancia respecto de la marca de los candidatos a diputados y senadores de su Partido,  eso podría tener sus implicancias en mas de una dirección.

Se terminaron las certezas del binominal.  La próxima elección será con sistema proporcional de cifra repartidora. Tendrán ventajas  las coaliciones bien ordenadas, especialmente en distritos cuyos candidatos cabezas de lista tienen potencial de obtener alta votación.   El mecanismo de cifra repartidora podría ofrecer posibilidades a la Democracia Cristiana, condicionadas a obtener resultado no inferior a su base electoral del 12.8% en la elección inmediatamente anterior.

Volveremos a conversar el lunes 20 de noviembre, mientras tanto vayan eligiendo alguna de las buenas champañas de marcas tradicionales nacionales para celebrar, para consolarse de la derrota un tinto grueso de largo paladar.