Por Martín Poblete

El Presidente Donald Trump ha emprendido el viaje internacional mas largo de un presidente estadounidense desde George H.W. Bush en 1989, pero, curiosamente, el país del cual todos hablan, Corea del Norte, forma parte prioritaria de la agenda pero no del itinerario.  En esta ocasión, Trump visitará Japón, dónde ya llegó, para tener detalladas conversaciones sobre  Asia oriental, con el Primer Ministro Shinzo Abe, de paso también abordará la creciente presión de opinión pública japonesa por revisar la Constitución pacifista, de inspiración estadounidense, y el eventual desarrollo de tecnologías nucleares militares en Japón.

Visitará Corea del Sur para reiterar las garantías militares  concedidas a ese país por Estados Unidos,  hay rumores de posible visita de Trump a la zona desmilitarizada sobre el Paralelo 38, a unos 40 kilómetros de Seúl, oficialmente para llevar su saludo a los 28.750 soldados estadounidenses de guarnición en esa crítica ubicación; esto sería considerado un acto de provocación por el régimen en Pyongyang.

La tercera escala será en China, básicamente una continuación de los activos contactos diplomáticos de alto nivel entre ambos países, con nutrida agenda comercial, financiera, y por cierto las cuestiones de seguridad en Asia sobre las cuales hay fuertes diferencias.

Está en gestación un encuentro con el presidente ruso, Vladimir Putin, en el marco de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Da Nang, Vietnam; ironías de la historia, en esa ciudad estuvo la mayor base militar y aero-naval de EE UU durante la guerra en ese país hace mas de cuarenta años.   Trump anunciará su acogida de una propuesta, originalmente japonesa, de un Acuerdo Regional Indo-Pacífico, en un comienzo con Japón, India y Australia, el cual se supone se hará extensivo a otros países en la región pero no a China.

La gira terminará en Manila, Filipinas, el 14 de noviembre, donde Trump asistirá al cierre de la Cumbre de Asia Oriental, en un gesto de acercamiento con el gobierno filipino, preocupado por la expansión naval de China en los mares circundantes, particularmente la agresiva construcción de instalaciones militares y navales en islotes  unilateralmente anexados por el régimen en Beijing, pasando por encima del derecho internacional y fallos de tribunales internacionales.

Aún dando debida consideración a los temas indicados, todos los gobiernos anfitriones en los países incluidos en la gira de Trump, quieren oír de su visitante cual es la política respecto del régimen  de Corea del Norte.  Toda la información disponible, va indicando la imposibilidad de contrarrestar o destruir las instalaciones nucleares norcoreanas, solamente con  las armas estratégicas áreas, teledirigidas, y navales en la 7ª Flota americana; una guerra con Corea del Norte conllevaría, necesariamente, el despliegue de fuerzas en el terreno, y el riesgo de ataque a la región metropolitana de Seúl y sus veinticinco millones de habitantes.  Sin olvidar que sería muy difícil mantener las hostilidades circunscritas a la Península de Corea, han pasado más de sesenta años del conflicto anterior, los tiempos han cambiado, con ellos la situación geoestratégica y geopolítica.