LOS DOS HOMBRES EN LA FOTO  DE PORTADA -MARIANO RAJOY Y CARLOS PUIGDEMONT – SON LOS ACTORES CLAVES PARA RESOLVER LA CRISIS CATALANA-ESPAÑOLA

Este martes por la tarde Carles Puigdemont comparecerá en el Parlament para dar cuenta del resultado del referéndum ilegal del 1-O y consumar su golpe indpendentista sin que nadie sepa aún ni su alcance ni qué piensa hacer el Gobierno para neutralizarlo.

Que el mismo presidente autonómico que lleva meses amenazando con romper unilateralmente con España esté en disposición de llevar a cabo su pronunciamiento constituye ya un fracaso tremendo del Estado y un triunfo evidente del secesionismo. De hecho, sean cuales sean las consecuencias que se deriven de la rebelión, el bloque separatista siempre podrá felicitarse por haber tenido a España en vilo hasta el último minuto.

El Gobierno español, que ha pedido una y otra vez un acto de fe sobre su capacidad y firmeza a la hora de hacer frente a una crisis dará un ultimátum de entre 24 y 48 horas al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, si declara cualquier tipo de independencia en el Parlament. Este es el plazo que concederá Moncloa a la Generalitat en el requerimiento para que vuelva al cumplimiento de la legalidad, según la prensa madrileña.

Si Puigdemont no atiende al requerimiento, que según la Constitución es condición para activar el artículo 155, se convocará un pleno del Senado que aprobará la suspensión de la autonomía de Cataluña.

A unas horas del discurso de Puigdemont en el Parlament, la tensión en Moncloa es máxima. El entorno de Mariano Rajoy ve difícil que el presidente de la Generalitat vaya a dar marcha atrás. El Gobierno prevé el peor escenario posible, a pesar de la estampida de las empresas y la contestación al proceso que también hay en la calle. Tal y como informó este diario, el Gobierno activará el artículo 155 ante la declaración unilateral de independencia, aunque sea en diferido.

Sin embargo, el día D y la hora H han llegado sin que nadie sepa qué va a pasar.

 

Consejo de Ministros extraordinario

La decisión se tomará en un Consejo de Ministros extraordinario, que podría celebrarse en la misma noche del martes o el miércoles por la mañana. Rajoy ha pedido comparecer en el Congreso el miércoles por la tarde para hablar sobre la crisis en Cataluña.

El primer paso del 155 es enviar un requerimiento nominal al presidente de la comunidad autónoma afectada. Así consta en la Constitución, que literalmente dice que «si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma, y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

independencia no para de crecer. Pero Rajoy sigue confiando en que las dudas que este éxodo generan en el secesionismo amilanen al presidente catalán y que la crisis se resuelva con una declaración de independencia en diferido que permita seguir aplazando el desenlace del conflicto.

El propio Rajoy dio por sentado el domingo en El País que habrá declaración de independencia y tan sólo se ha comprometido a que no tendrá consecuencias. Y la vicepresidenta ha dicho este lunes que la aplicación del artículo 155 de la Constitución (intervención de Madrid en Cataluña) -que permite suspender el autogobierno- “se ha estudiado muy poco”, pese a que lleva dos años dedicada personalmente a gestionar el desafío separatista. Tal y como hoy informa el diario El Español, el Gobierno contempla suspender el aforamiento de Puigdemont para que sea juzgado por la Audiencia Nacional en Madrid si finalmente opta por una Declaración Unilateral de Independencia pura y dura.

La crisis sigue abierta y es lógico que el Ejecutivo contemple todos los escenarios. Pero es un error garrafal que el Estado se muestre condescendiente si el presidente de la Generalitat opta por una vía más retórica que efectiva. Y menos cuando no hay ningún signo de que esté dispuesto a dar marcha atrás en el último momento, como prueba el llamamiento de la Asamblea Nacional Catalana a salir a la calle para expresar su apuesta inequívoca por la ruptura unilateral.

Rajoy tiene el apoyo de Cs y el PSOE para solucionar la crisis y debería aprovechar este cierre de filas para zanjar el problema de manera definitiva. Sin embargo, al Gobierno le gustaría que Puigdemont buscase un burladero en el último momento para aplicar la versión más liviana posible del 155. Pero este conflicto ha llegado demasiado lejos como para pretender despacharlo con paños calientes.