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Los trastornos adaptativos o trastornos de adaptación aparecieron por primera vez en la tercera edición del Manual Diagnóstico Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-III) y justo después aparecieron en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-9).

Cada vez es más frecuente padecer un trastorno adaptativo de tipo ansioso o depresivo. Muchos pacientes llegan a mi consulta con ese diagnóstico después de padecer un acontecimiento estresante en sus vidas.

Este tipo de trastorno se caracteriza por la aparición de síntomas depresivos y/o ansiosos en respuesta a situaciones estresantes de la vida cotidiana, que pueden ser la pérdida del empleo, la separación de la pareja o dificultades con los hijos especialmente en la etapa de la adolescencia entre otros. Estos síntomas depresivos y de ansiedad aparecen durante los tres primeros meses siguientes al inicio del factor estresante. Se presentan a cualquier edad, y son muy frecuentes en la población general.

Consiste en la presencia de síntomas frente a situaciones de estrés que van más allá de  lo que el individuo puede manejar con sus recursos habituales y que afectan el funcionamiento global de la persona, provocando un deterioro significativo de la actividad social, profesional o académica de la persona.

Los trastornos adaptativos se manifiestan con gran variedad de síntomas:

–          desesperanza, tristeza, labilidad emocional, preocupación

–          excesiva ansiedad.

–          reacción negativa contra las reglas impuestas, agresividad.

–          aislamiento social: inhibición, timidez excesiva.

–          síntomas físicos: insomnio, agitación, palpitaciones, dolores de cabeza.

El tratamiento más adecuado para el trastorno adaptativo es la psicoterapia cognitiva. El principal objetivo es recuperar el nivel de funcionamiento que la persona tenía antes de iniciarse este trastorno. El objetivo es “adaptarse” a la nueva situación de vida o bien “suprimir” el estresor. La meta más importante es proporcionar un contexto seguro y atemporal, donde la persona pueda afrontar la situación adversa y aprender a manejar y regular las emociones negativas asociadas con ella. Se pretende no sólo que la persona logre superar el acontecimiento estresante y las consecuencias que éste ha tenido en su vida, sino también que pueda aprender de lo sucedido, de forma que salga fortalecida de esta situación.

Obviamente si se puede eliminar el estresor, desaparece el problema, pero muchas veces no podemos cambiar lo que ha ocurrido por lo que el trabajo es con la persona que ha desarrollado los síntomas para adaptarse a esta situación que no puede cambiar.

En ocasiones se puede tratar algún síntoma con medicación, pero es un error medicar un trastorno adaptativo como si fuera un trastorno depresivo por ejemplo y de ahí los riesgos de un mal diagnóstico. Un mal diagnóstico puede llevar a un tratamiento incorrecto. Aunque en cualquier caso hay pocos estudios y poca investigación en cuanto a su tratamiento.

Por lo general la mayoría de la gente se recupera completamente de este trastorno (especialmente los adultos). Aunque es cierto que un porcentaje importante (los datos varían desde el 20 hasta el 50% de casos) desarrollan posteriormente otros trastornos. También existen casos en los que la presencia previa de otro trastorno propicia la aparición más fácil de un trastorno adaptativo (ya que altera las estrategias de afrontamiento) o a la inversa, que a través del suceso estresante y la conducta resultante ante él se desenmascara un trastorno mental latente.

En resumen el tratamiento adecuado es realizar una psicoterapia breve y no a largo plazo. La terapia psicológica es útil por los siguientes motivos:

Para analizar los factores estresantes que afectan al paciente

Para ayudar al paciente a interpretar de manera más adaptativa el significado del factor estresante

Para ayudar al paciente a hablar de los problemas y conflictos que experimenta

Para identificar la manera de reducir el factor de estresante

Para maximizar las habilidades de afrontamiento del paciente (autorregulación emocional, la evitación de conductas inapropiadas, especialmente el abuso de sustancias).