La columna del  periodista Fernández

Tras el referéndum de Cataluña, en la Isla de Pascua surgen voces que abogan por independizarse de Chile, del mismo modo como lo quieren hacer los catalanes que el pasado fin de semana aprobaron separarse del Estado español.

“Ya hemos tomado la decisión de ir a las Naciones Unidas y presentar la solicitud de descolonización”, anunció el alcalde de la isla, Pedro Edmunds Paoa, en entrevista con “El Mercurio” de Valparaíso, donde manifestó su “deseo de una autonomía real”, es decir, la independencia del Estado chileno.
“Lo que pasa en Cataluña es lo mismo que nos va a pasar si Chile y sus gobiernos no toman en serio la petición de los rapa nui de hace décadas, de sentarse a conversar en igualdad de condiciones y no en imposición como siempre lo han hecho”, agregó Edmunds Paoa.

Edmunds Paoa, de 56 años, fue miembro de la Unión de Centro Centro –de Francisco Javier Errázuriz- cuando se restableció la democracia en 1990. De ahí pasó al Partido Demócrata Cristiano (PDC) y en 2010 el Presidente Sebastián Piñera lo nombró gobernador de la isla, aunque ese partido era de oposición. Dos años después fue elegido alcalde con el apoyo del Partido Progresista de Marco Enríquez Ominami.

Los habitantes de Isla de Pascua o Rapa Nui, como prefieren llamarla, quieren revalidar el Acuerdo de Voluntades de 1888, cuando los jefes isleños aceptaron incorporarse al territorio de Chile, pero 129 años después, según el alcalde, hay compromisos del Estado chileno que no se han cumplido.
¿Cuáles son esos compromisos? La respuesta no es clara y el alcalde tampoco la expresó en forma concreta. Afirmó en cambio que son “insuficientes” los aportes entregados por el Estado a la isla.

Son insuficientes el hospital, el consultorio, las escuelas, las obras públicas, los subsidios, los abastecimientos de medicinas, combustibles, bienes de consumo y diferentes productos. Si usted visita Rapa Nui por primera vez se sorprenderá al encontrarse con una moderna infraestructura urbana, un aeropuerto con vuelos comerciales diarios desde Chile, calzadas pavimentadas por las que circulan más de 2.000 automóviles particulares, taxis y motos, supermercados, farmacias, oficinas de Entel y el Banco del Estado… Pero todo ese aporte de los “contis” –como llaman en la isla a los chilenos del continente- parece insuficiente.

“Lo que nosotros aportamos es más”, aseguró el alcalde, que ya ha tenido contactos con las autoridades catalanas, sin precisar en qué consiste lo que la isla aporta al desarrollo del país.

Dedicados al turismo y la pesca, ¿qué es lo que entregan los habitantes de Rapa Nui a la economía chilena? ¿Cuál es su participación en el Producto Interno Bruto o en los ingresos por exportaciones? Si existieran cifras para responder estas interrogantes serían mínimas, por cierto. Una razón para ello es la población isleña estimada en 6.000 habitantes, de los cuales 4.000 pertenecen a la etnia rapa nui o de los “rapas”, como se definen a sí mismos, y 2.000 son continentales que se quedaron en ese territorio, incluyendo migrantes peruanos, colombianos y de otras nacionalidades. A esos habitantes permanentes hay que sumar una población flotante de 100.000 turistas que llegan anualmente a conocer este Patrimonio de la Humanidad.

El caso de Cataluña, que parece deslumbrar a las autoridades de Rapa Nui es diferente. Esa región representa casi la quinta parte de todo el Producto Interno Bruto de España y el 25% de los ingresos del país por exportaciones. Casi un tercio de todas las inversiones extranjeras que llegan a España se concentran en Cataluña y en su capital regional, Barcelona.

Para imitar el ejemplo de los catalanes los representantes del la solitaria isla del Pacífico, situada a 3.700 kilómetros de las costas chilenas, exploran dos caminos: Uno es recurrir a las Naciones Unidas, según adelantó el alcalde, y el otro es efectuar un referéndum en el que los habitantes de la etnia rapa nui tendrían que decidir si continúan siendo parte del Estado de Chile o quieren ser autónomos.

Si escogieran esta última alternativa –como lo indicaría cualquier encuesta-, la Isla de Pascua enfrentaría un futuro incierto, como en otros momentos de su misteriosa historia de guerras internas y civilizaciones desaparecidas.