Un reo afroamericano en el estado de Georgia en Estados Unidos se salvó hoy de morir ejecutado en un penal gracias a una gestión de su defensa que acuso de racista a uno de los miembros del jurado, que lo condenó a muerte en 1991.
Se trata del reo Keith Tharpe (59), cuya ejecución fue suspendida por la Corte Supremo. La defensa exhibió pruebas de que el miembro del jurado que condenó al preso, identificado como Barney Gattie, era racista. Después del juicio Gattie hizo unas declaraciones en las que puso en duda que las personas negras tengan alma e hizo otros comentarios racistas, aunque después se retractó delante de un juez.
La defensa del reo ya había presentado con anterioridad ese mismo recurso ante múltiples tribunales que lo habían rechazado, pero el Supremo prefirió hoy poner freno a la ejecución para estudiar el caso con detenimiento. A Tharpe le condenaron a muerte en 1991 por asesinar un año antes a su cuñada, Jacqueline Freeman.
Violando una orden de alejamiento de su esposa, de la que estaba separado, Tharpe interceptó en la mañana del 25 de septiembre de 1990 un vehículo en el que circulaban las dos hermanas y lo detuvo amenazándolas con una pistola. Entonces, Tharpe obligó a Freeman a sentarse en la parte trasera del vehículo, le disparó, la echó a un arroyo y volvió a dispararle hasta que la mató. Con Freeman muerta, Tharpe violó a su esposa en una cuneta de la carretera y después la llevó hasta Macon (sur de Atlanta) y le dijo que retirase dinero de su cuenta bancaria para dárselo. Pero la mujer logró avisar a la Policía, que no tardó en detener a Tharpe.
Esta mañana, en un penal de Georgia, el condenado ya había recibidio su última cena antes de que recibiera la inyección letal. El reo pidió tres pechugas de pollo picante, un sandwich de rostbeef, un sandwich de pescado, aros de cebolla y papas fritas, pastel de manzana de postre y un batido de vainilla para beber.
Según la agencia EFE, Estados Unidos ha ejecutado a 18 presos este año y a 1.460 desde que el Tribunal Supremo reintrodujo la pena de muerte hace cuatro décadas. El estado de Georgia ha ejecutado a 70 de esos presos.