Muchas celebraciones, fiestas y aplausos por el triunfo de la extrema derecha en Alemania, claro sólo entre sus partidarios, pero todo esto pareció ser un poco anticipado, ya que tras «la victoria» comenzaron a conocerse los disensos que se materializaron en una primera renuncia importante, nada menos que la de la copresidenta Frauke Petry, que pertenecía al sector más moderado del partido Alternativa para Alemania (AfD), quien ya confirmó que no asumirá su cargo de diputada en el Bundestag (Parlamento alemán) en calidad de representante de su ex movimiento, lo haría como independiente.
La ex dirigenta declaró que los «disensos dentro del partido» no son un problema cuando se está en la oposición, pero sí cuando se quiere llegar al Gobierno, lo que es su objetivo, por lo que ha preferido no sentarse en el Bundestag (cámara de diputados) junto a sus compañeros.
Dentro de la formación de ultraderecha, Petry forma parte del sector “moderado”. Pero en los últimos meses se ha impuesto y ha ganado más peso el ala más extremista. “Hay diferencias abiertas en AfD y creo que no debemos callar como una tumba”, señaló la dirigente, quien dijo que su fuerza política había actuado en las últimas semanas como un “partido anárquico”.
Petry, que logró un escaño por el estado de Sajonia en las elecciones de este domingo anunció su decisión en rueda de prensa sin haberla comunicado antes a los otros dirigentes del partido que comparecían junto a ella y se remitió a las diferencias entre las distintas alas de la formación política. La copresidenta de AfD se levantó de su asiento y abandonó la sala sin responder preguntas (ver nota separada de las elecciones).
Dentro de la formación de ultraderecha, Petry forma parte del sector “moderado”. Pero en los últimos meses se ha impuesto y ha ganado más peso el ala más extremista.
Los caras de sus compañeros dejaron en claro que desconocían la intención de Petry de soltar su “bomba”, como la describió el copresidente, Jörg Meuthen (izquierda), el día en el que el partido celebraba su irrupción en el Bundestag como tercera fuerza política (más de 90 escaños). Meuthen precisó que Petry no había dado “la espalda al partido” y que únicamente había anunciado que no formará parte del grupo parlamentario, de lo que, dijo, tomaban nota.
Meuthen rechazó además la existencia de una bipolaridad en el partido, aunque se le considere a Petry como una “moderada” y el resto como “fundamentalistas”.
El AfD recordó que Petry había tomado su decisión en solitario y señaló que no necesariamente habrá otros diputados que vayan a seguir sus pasos. Meuthen, Alexander Gauland y la otra cabeza de lista del partido, Alice Weidel, se esforzaron en destacar su triunfo electoral y el apoyo logrado de los votantes para convertirse en la voz de la oposición en el Bundestag. “Haremos una oposición constructiva”, aseguró Weidel, quien comenzó denunciado la falta de base legal para la política de refugiados de la canciller, Angela Merkel, razón por la cual su primera medida será impulsar una comisión de investigación.
Los resultados de las elecciones federales alemanas confirmaron lo temido: la llegada de la extrema derecha al Parlamento por primera vez desde el término de la Segunda Guerra Mundial con 12,9 de los sufragios, es decir 8,2 puntos más que en los comicios de 2013. Es una fuerza ganadora sin lugar a dudas pero más un poeligroso triunfo si nos remontamos a la trágica historia alemana. ¿Alerta máxima en Alemania?
La victoria de la extrema derecha supone una ruptura con el consenso político de más de 70 años que evitaba la creación o si más no el éxito de cualquier formación política que apelara a la identidad nacional y a la xenofobia para ganarse al electorado. Con la entrada del AfD en el hemiciclo alemán, se introduce también la oratoria antiinmigración e islamofóbica sobre la que ha basado su campaña, un discurso con trasfondo xenófobo que, salvando las distancias, no se ha escuchado en la política alemana desde hace al menos tres generaciones.
El partido populista se postula, además, como la única oposición real a los partidos líderes tradicionales y miembros de la Gran Coalición, Unión Cristiana Demócrata (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU) con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Su cocandidato, Alexander Gauland, aseguró que los alemanes “recuperarán” su país. “Que se cuide este Gobierno porque iremos a por él”, advirtió Gauland en declaraciones a los medios. “Recuperaremos nuestro país y nuestro pueblo”, “cambiaremos este país”, subrayó entre el júbilo de sus seguidores. ¿De qué alemanes está hablando Gauland?
Mientras que la segunda líder de la AfD, Alice Weidel, dijo: “Millones de votantes nos han confiado la tarea de una obra de oposición constructiva en el parlamento. Preocupados que desde la oposición en este país la ley y el orden vuelvan a tener una opción”, agregó la candidata al tiempo que anunciaba que lo primero que hará su partido es impulsar una comisión de investigación contra Merkel por su política de refugiados.
Gauland, por su parte, señaló que el éxito de su partido es a la vez la derrota de los demás, sobre todo del bloque conservador de Merkel, “incapaz de gobernar el país de manera sensata”. Aseguró que la AfD representará una “clara oposición” y afirmo que el Bundestag debe hacerse eco de las preocupaciones de la sociedad de este país.
El dirigente ultranacionalista agregó que el AfD ha logrado estos resultados es gracias al “idealismo” de los que lo apoyan y afirmó que “lo que piensa la gente en la calle volverá a tener un lugar en el Bundestag”. “Somos claramente la tercera fuerza política en el Bundestag”, se congratuló por su parte el copresidente de la AfD, Jörg Meuthen, quien agregó que su partido se encuentra “donde estaba antes la CDU” de la canciller Angela Merkel.
En el plano europeo
El histórico eje franco alemán de Macron y Merkel, hoy un poco averiado electoralmente (Macron sufrió ayer una derrota en las elecciones para renovar una parte del Senado), está llamado a dar un nuevo impulso a Europa y abordar las reformas tantas veces aplazadas de la zona euro, dolorosamente necesarias como dejó claro la pasada crisis financiera. Por su potencia económica, su situación geográfica y el tamaño de su población (y consecuente cuota de poder e influencia en las instituciones comunitarias) es difícil sobreestimar la importancia de las elecciones alemanas para Europa. Las esperanzas de reforma que la reelección de Merkel y el posible renacer del eje francoalemán han suscitado en las capitales europeas pueden ser sin embargo excesivas, alertan diferentes analistas.
“Merkel es, por naturaleza, muy cauta. No creo que se sume al estilo visionario de Macron” sobre la reforma de la zona euro, opina Stefani Weiss, directora de la oficina en Bruselas de la fundación Bertelsmann, que ve margen para avanzar en Defensa a partir de iniciativas que ya están encima de la mesa pero menos en la gobernanza del euro. “Merkel ha sufrido algunos reveses muy severos y creo que piensa que, en estos momentos, tal y como está la UE, sólo se pueden dar pasos muy pequeños y comedidos porque si no la cosa puede implosionar o explosionar. No cree que otros países estén realmente listos para ceder soberanía”, afirma.
Desde la llegada de Macron al Elíseo, Merkel ha dado señales de que está dispuesta a afrontar reformas a escala europea, en especial sobre la gobernanza del euro. Con la firma de la reforma laboral, París ha empezado a cumplir con su parte del trato, aparte que Macron plantea como anhelo la creación de un Fondo Monetario Europeo, un presupuesto para la eurozona, el nombramiento de un ministro de Finanzas y alguna forma de mutualización de la deuda.
Como anticiparon las elecciones regionales del año pasado –donde el AfD entró en 13 de 16 parlamentos– , los conservadores liderados por la actual canciller sufrieron un gran revés por parte de los ultraderechistas. El AfD subió casi la misma cifra que bajaron los conservadores de Merkel respecto a los últimos comicios federales, en torno a 9 puntos, lo que evidencia la migración del electorado de CDU/CSU hacia los populistas.
Lo primero que hará AfD es impulsar una comisión de investigación contra Merkel por su política de refugiados
La canciller se comprometió a “reconquistar” a los votantes que hoy se decantaron por la AfD, mientras que el líder socialdemócrata alertó de la “fractura” que supone ese partido y de que “ningún demócrata puede mirar hacia otro lado”.
Según las proyecciones de voto, el partido conservador de Merkel gana los comicios de hoy con el 32,9 % de apoyos, más de 12 puntos por delante de los socialdemócratas de Martin Schulz. Tanto Merkel como Schulz lamentaron en sus primeras intervenciones la llegada de la ultraderecha al Parlamento.
La historia del AfD
La AfD, nacido en 2013 como partido euroescéptico, quedó en los comicios de 2013 fuera del Parlamento y con la crisis migratoria transformó su discurso de antieuropeo en xenófobo. En las elecciones regionales de 2016, el AfD entró en 13 de 16 parlamentos. El AfD subió casi la misma cifra que bajaron los conservadores de Merkel respecto a los últimos comicios federales, en torno a 9 puntos, lo que evidencia la migración del electorado de CDU/CSU hacia los populistas.
Alexander Gauland (Chemnitz, en el este, 1941) y Alice Weidel (Gütersloh, oeste, 1979) comparten la cabecera de lista de AfD. Gauland militó hasta 2013 en la CDU, pero lo dejó para fundar un partido euroescéptico. Del no a los rescates en la UE pasó al discurso xenófobo ante la crisis migratoria. Representa el ala tradicional nacionalista de AdF. Weidel, economista y lesbiana, en pareja con una suiza originaria de Sri Lanka, quiere ser su contrapunto modernizador. Hasta hace poco era una desconocida para los alemanes.
La historiadel AfD, como se puede ver, es reciente y cercana a la de otros procesos europeos que marcan el descontento y frustración de cierta parte de la población con los pilares de la política en el continente: la Unión Europea, la apertura y la caída del Estado de Bienestar.
Sin embargo, el partido tiene fuertes divisiones internas, como se vio hoy con la renuncia de Frauke Petry a su escaño parlamentario, a pesar de haber obtenido casi el 13% de los votos el domingo,.
El foco ahora está, sin embargo, en los dos principales nombres que siguen a bordo de AfD: Alice Weidel y Alexander Gauland.
Alice Weidel, la ultraderecha moderada
Nacida en Gütersloh, en el estado occidental de Renania del Norte- Westfalia, esta economista de 38 años con un doctorado en Desarrollo Internacional es el rostro joven de AfD y representa a la facción «moderada» del partido.
Es conocida especialmente por sus posturas contra la inmigración, la cual asegura querer llevar a cero en el país, y advierte constantemente sobre la «islamización» de Alemania.
Al mismo tiempo ha dicho ante los medios que las imágenes del sufrimiento de los refugiados «le rompían el corazón», según reportó la Deutsche Welle. Aunque también fue acusada por el periódico Die Zeit de contratar informalmente a una refugiada siria para que limpie su casa, ante lo que respondió que la mujer era «su invitada».
Los comunicadores de AfD han incluso destacado su vida personal como un símbolo de la pluralidad del partido, ya que Weidel vive de hecho en Suiza con su novia y sus dos hijos, a pesar de que el partido prometió que tras su llegada al parlamento demandará que el matrimonio entre homosexuales, recientemente aprobado, se declare inconstitucional.
La economista y consultora, que mantiene un bajo perfil y sus posturas no se conocen del todo, cobró notoriedad hace apenas unas semanas cuando el semanario Welt am Sonntag publicó un e-mail en el que Weidel considera a los «árabes, sinti y roma» como enemigos de la Constitución que han ingresado al sistema «tras la destrucción de la sociedad civil» alemana.
El mail provocó especial indignación por dos razones. En primer lugar porque los pueblos sinti y roma fueron brutalmente perseguidos por el nazismo junto a los judíos durante el holocausto. En segundo lugar porque la consultora utilizó el término alemán «Überfremdung», traducido aproximadamente como «infiltración extranjera», que fue acuñado en los años 30 y apropiado por los nazis para justificar sus deportaciones. En Alemania también es usual que sea utilizado hoy en día por los neonazis.
A manera de conclusión, Weidel se refirió en ese mismo e-mail a los miembros del gobierno de Angela Merkel como «cerdos y títeres de los aliados en la Segunda Guerra Mundial».
Un cartel de AfD contra la “islamización” de Alemania (Reuters)
Alexander Gauland, de trabajar para Merkel a fundador de AfD
Gauland, un abogado y periodista de 76 años nacido en Sajonia, militó en la Unión Demócrata Cristiana (CDU), partido gobernante liderado por Merkel, por más de 40 años.
Pero en 2013 se unió a otros tres miembros del partido para desafiliarse y fundar Alternativa Electoral 2013, el nombre de la primera versión de AfD creada como respuesta a la decisión de Merkel de enviar ayuda financiera a Grecia, por entonces atravesando un aguda crisis económica y política.
Con una agenda monotemática y concentrada en el euroescepticismo, AfD estuvo cerca pero no logró ingresar al Bundestag en 2013. Pero luego comenzó a abrirse a las influencias de la ultraderecha.
Gauland es conocido como el costado «verborrágico» y políticamente incorrecto del AfD que genera constantemente escándalos por sus dichos: ha pedido que el comisionado para la integración del gobierno de Merkel, Aydan Özoguz, sea «echado a la basura» en Ankara, debido a sus orígenes turcos; ha dicho que Alemania debe sentirse orgullosa por las acciones de sus soldados en ambas guerras mundiales; ha señalado que respeta a Jerome Boateng, jugador de la selección nacido en Alemania de padres ghaneses, como futbolista, pero que nadie querría tenerlo como vecino; entre otras.
Una de las más fuertes, y que ha marcado la agenda propia del partido, es su consideración de que «el Islam como entidad religiosa y cultural no tiene lugar en Alemania», a pesar de que en el país viven actualmente unos cinco millones de musulmanes. También argumentó que «no todo el que tiene pasaporte alemán es alemán», luego de pedir un veto a la entrada de musulmanes de ciertos países similar al auspiciado por Donald Trump en los Estados Unidos.
Gauland también es el principal vocero de AfD en cuestiones de política internacional, donde se ha mostrado laxo con Rusia y su anexión de Crimea. «No creo que las sanciones tengan efecto», dijo, según Deutsche Welle.
También se muestra contrario al ingreso de Tuquía en la Unión Europea (UE), aunque acepta que se continúe siendo parte de la OTAN «si Erdogan [presidente de Turquía] se olvida de sus políticas neo-otomanas».
Frauke Petry, la que abandonó AfD
El tercer rostro del AfD es la también sajona Frauke Petry, considerada una «moderada» dentro de las filas, y quien mantiene una difícil relación con Gauland, a quien ha criticado por sus dichos con respecto a los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial
Este lunes, apenas horas después de que los resultados oficiales comenzaran a llegar, Petry, de 42 años, anunció que por «disidencias» no se unirá al bloque del AfD en el Bundestag, renunciando a su cargo de co-presidente de la fuerza pero reteniendo su banca como «independiente», confirmó la agencia AFP.
Formada como química y miembro del partido desde sus inicios, era considera un nexo entre las facciones moderadas y extremistas del partido, más cercana a sus postulados contra la Unión Europea y la inmigración que al tradicionalismo y la xenofobia.
Aunque también creó una polémica en 2016 al proponer que los policías de frontera de Alemania utilizaran sus armas de fuego para «controlar» a los migrantes que intentaran cruzar.
En enero, la dirigente Petry, confiada en la aparente fortaleza de su movimiento, invitó a otros populistas de derecha de Europa a participar en una cumbre en la ciudad alemana de Koblenz. Allí, subió al escenario con los demás líderes de la revuelta populista del continente. Aclamada por la multitud, la entonces candidata francesa a la Presidencia y líder del Frente Nacional Marine Le Pen declaró: en 2017, «la gente de Europa continental se despertará».
EL AfD parecía imparable
Hace solo unos pocos meses, Alternativa para Alemania (afd) parecía imparable. Alimentado por el descontento popular por la crisis del euro y la crisis europea de los refugiados, el partido se había establecido como la segunda fuerza en sectores de Alemania del Este y había logrado una serie de triunfos electorales en las elecciones en los estados del este y el oeste del país. A dos años de su fundación en 2013, había ingresado en un total de 13 parlamentos estaduales alemanes y ganado hasta 25% de los votos en algunas de estas elecciones. A escala nacional, en 2016 afd logró más de 15% en varios sondeos de opinión. Esto era un éxito sin precedentes para un partido populista de derecha de la Alemania de posguerra, y una causa de preocupación en Alemania y más allá.
En enero, la dirigente de la afd Frauke Petry, confiada en la aparente fortaleza de su movimiento, invitó a otros populistas de derecha de Europa a participar en una cumbre en la ciudad alemana de Koblenz. Allí, subió al escenario con los demás líderes de la revuelta populista del continente. Aclamada por la multitud, la entonces candidata francesa a la Presidencia y líder del Frente Nacional Marine Le Pen declaró: en 2017, «la gente de Europa continental se despertará». Esto, desde el punto de vista de la extrema derecha, es lo que pasó el domingo.
Si bien los movimientos populistas de Europa han perdido apoyo, no es lo que pasó este fin de semana en Alemania, donde el AfD subió 8 puntos en comparación a 2013. En el resto de Europa, la situación ha sido diferente. En junio, en Francia, el Frente Nacional solo recibió 13% de los votos en la primera ronda de las elecciones parlamentarias, mientras que en Holanda, a comienzos de este año, el tan esperado triunfo del Partido de la Libertad de Geert Wilders no se materializó. En las elecciones adelantadas británicas de junio, el Partido de la Independencia de Reino Unido (ukip, por sus siglas en inglés), un partido populista de derecha, alcanzó cifras poco significativas, mientras que en las elecciones regionales de Italia, en junio, el movimiento populista Cinco Estrellas del comediante devenido en político Beppe Grillo fue abandonado por los votantes en forma masiva. Ninguno de los candidatos de Cinco Estrellas logró pasar a la fundamental segunda vuelta.
Después de todo, en Francia, la candidata Marine Le Pen del Frente Nacional logró llegar a la segunda ronda de las elecciones presidenciales de junio y solo resultó derrotada a último momento por un cierre de filas del electorado francés alrededor de un centrista recién llegado: Emmanuel Macron. Del mismo modo, en Holanda, el ascenso de Wilders solo pudo ser detenido por un drástico desplazamiento hacia la derecha del candidato de la democracia cristiana, quien repitió muchas de las posturas de los populistas de derecha sobre la inmigración. Al mismo tiempo, el freno a Wilders también resultó en la pulverización de la izquierda holandesa y en una fragmentación total del sistema político.