Alemania es una potencia económica de la cual dependen, en cierto modo, tanto la estabilidad política europea como buena parte del resto del mundo que necesitan de este país histórico en un momento en que surgen graves crisis, especialmente por la reactivación de las guerras en el Oriente Medio, como la de Siria, la nueva tiranía del Estado Islámico,  las masivas migraciones en el viejo mundo, la reactivación del  terrorismo  y la falta de liderazgo en naciones tan poderosas y fundamentales como Estados Unidos.

Este país celebra este domingo elecciones generales, de las cuales surgirá un gobierno federal con sede en la capital alemana de Berlín, que podría significar la reelección de la democristiana Angela Merkel o el surgimiento de un gobierno socialdemócrata con Martin Schulz a la cabeza, lo que significaría el fin de 12 años de Gobierno de los democristianos-conservadores CDU/CSU, que no siempre gobernaron solos. Entre 2005 y 2009 Merkel encabezó una gran coalición con los socialdémocratas; luego hasta el 2013 gobernó con una coalición de la CDU/CSU-FDP (negro-amarillo o democristiana-liberal);  y finalmente entre 2013 y 2017 también al frente de una gran coalición democristiana-socialdemócrata.

En la historia de la República Federal de Alemania (BRD) fundada en 1949, tras la Segunda Guerra Mundial  y la derrota del nazismo, los democristianos-conservadores han gobernado 37 años; los socialdemócratas lo han hecho durante 20 años. Sin embargo ha habido en tres períodos legislativos gobiernos conjuntos de las dos grandes coaliciones democristianos y -socialdemócratas que duraron en total 11 años.

Las encuestas

La mayoría de los observadores consideran que la canciller  Angela Merkel se ubica alrededor de un  15 por ciento de las preferencias electorales  por delante de su rival del partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz (en cuanto a la intención de voto). Sin embargo, permanece algo de escepticismo acerca de la exactitud de las encuestas preelectorales tras el fracaso de las encuestadoras que no pudieron predecir las victorias de los partidarios del «brexit” en el Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos.

Angela Merkel aparece hoy como una figura clave para enfrentar los problemas político y económicos de Alemania como también frente al trabajo que queda por delante para el reordenamiento de la Europa comunitaria tras el proceso brexit que ya  ha iniciado el Reino Unido para separarse definitivamente de la Unión Europea.

Según los últimos sondeos, el partido de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su ala bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), cuentan con una intención de voto del 38% en la recta final de la campaña (los electores suman 61 millones). Asimismo, las mediciones han dejado en claro que Merkel sigue siendo la candidata más popular, y de ganar podría igualar a su mentor Helmut Kohl, ya fallecido, quien estuvo 16 años en el poder y le correspondió hacer frente con mucho éxito al proceso de la reunificación  alemana, tras el desplome de la Unión Soviética al final de los ochenta y comienzos de los noventa.

Sin embargo, algunas encuestas revelan también que casi la mitad de los electores estarían aún algo indecisos, lo que representa una  esperanza para los socialdemócratas.

En todo caso para el Instituto de Análisis Estadístico Forsa los votantes alemanes consistentemente clasifican a los conservadores como más capaces que sus rivales en la mayoría de los temas. Incluso YouGov, otra empresa,  dice abiertamente que los indicadores favorecen a Merkel.

Se ha especulado mucho sobre si los sondeos de opinión pública minimizan la cantidad de apoyo que tiene o tendría el partido xenófobo populista de derecha Alternativa para Alemania (AfD), que en la actualidad cuenta con alrededor del 11 por ciento del electorado. En este caso también se ha criticado a las empresas encuestadoras que son señaladas como “fracasadas” al no poder predecir el mayor éxito electoral regional de la AfD el año pasado, cuando el partido, en ocasiones, obtuvo más del 20 por ciento de los votos.

Siete partidos

La elección del domingo es disputada entre siete partidos que luchan por los escaños en el Parlamento y por las coaliciones mayoritarias que permitirán la elección de un canciller (En Alemania hay unos 42 partidos pero sólo llegan al Parlamento -Bundestag- los que obtienen más del 5% de los votos) .

Tras el debate electoral entre Angela Merkel (CDU) y Martin Schulz (SPD), le correspondió el turno a los más pequeños. Los participantes cubrieron todo el espectro  político alemán: desde la Alternativa para Alemania (AfD), de derecha populista, hasta La Izquierda, sucesora del antiguo partido gobernante en la RDA, pasando por la conservadora Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), los liberales del FDP y Los Verdes.

Los debates dejaron nuevamente en claro que la CSU, partido pequeño pero aliado histórico de uno grande y poderoso como la CDU de Angela Merkel,  forman un cuadro político que se mantendrá así como ha sido desde  la creación de la BRD en 1949. Ambos forman una unidad de hermandad conservadora inseparable, porque los bávaros de la CSU quieren asegurarse una influencia segura y permanente en Berlín y por eso buscan por todos los medios la reelección  de la actual Canciller.

Frente a esta derecha –mezcla demócrata cristiana, media centrista y conservadora de derecha- aparece la AfD  (Alternativa para Alemania)  que comienza a ser rechazada porque es acusada de racista y de simpatizar con los neonazis. Bajo estas condiciones  ningún otro conglomerado político estaría dispuesto a formar una coalición con esta derecha extrema. A su vez, la CDU  de Merkel descarta cualquiera posibilidad de coaligarse con la Izquierda. Está por otro lado el Partido Socialdemócrata (SPD) que quizá si podría coaligarse con la Izquierda, pero para esto requerirían los socialistas de una votación casi milagrosa que actualmente no se les ve por dónde.

Los dos socios minoritarios que permitirían una coalición para Merkel son los liberales (FDP) y los Verdes, aunque para que esto ocurra los dos deben primeramente  superar sus diferencias que están muy vigentes.

Para La Izquierda y la AfD, la meta es conseguir la mayor cantidad de votos posible para así dificultar la formación de una coalición. Por otra parte, si se reeditara una alianza entre los «grandes” (CDU y SPD) el más votado de los «pequeños” lideraría la oposición parlamentaria.  Bueno así, sin quejarse,  es la democracia en los sistemas parlamentarios y no presidenciales como el chileno.

Izquierdistas y derechistas no coinciden en una serie de temas, especialmente frente a la Unión Europea de la cual Merkel es firme defensora; también hay diferencias en el tema de los refugiados, especialmente en el punto de las deportaciones.

Aparte de todo esto,  en Europa se le ve a Merkel como la única líder capaz de poder  rearmar el puzzle de la Unión Europea y desarmar el enredo que existe en la capital europea de Bruselas tras la renuncia del Reino Unido a su membresía comunitaria (proceso en trámite).

El mundo mira en estos días  hacia Alemania con más atención que hace mucho tiempo. Muchos lo hacen con admiración y aprecio. Pero, de seguro, no todos. Mientras algunos se preguntan casi con cierta envidia cómo consigue Alemania, pese a todos los problemas y desafíos, emanar tanta estabilidad, otros tienen temor a una nueva supremacía del país en el corazón de Europa, comentó un analista de la Deutsche Welle esta semana.

La canciller ha defendido los intereses comunitarios de Europa y ha criticado los intereses nacionalistas del presidente de EE UU, Donald Trump, de quien habló duramente por su “pobre” discurso pronunciado el martes ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

«Estoy en contra de una amenaza (como la que hizo Trump – ver nota separada en KRADIARIO). Y tengo que decir también en mi nombre y en  el del gobierno alemán: consideramos absolutamente desmedida cualquier tipo de solución militar y apostamos por los esfuerzos diplomáticos. Esto debe aplicarse con todo el vigor posible. En mi opinión, las sanciones y la aplicación de esas sanciones son la respuesta correcta. Cualquier otra decisión en relación a Corea del Norte sería equivocada”, declaró Angela Merkel.