Por Manuel Acuña Asenjo (Parte 3 y final)El ‘Seasteading Institute’ es una organización creada en 2008 por Wayne Gramlich, empresario de Silicon Valley (California, USA), y Patri Friedman, a quien ya nos hemos referido en otra parte de este trabajo (en las dos partes anteriores). Tiene su sede en California y un sitio en Internet en donde se pueden examinar sus objetivos y proyectos.

Su nombre proviene de dos vocablos ingleses (sea, que es ‘mar’ en castellano; y ‘stead’ que es colonizar); una traducción más o menos fiel de ‘Seasteading Institute’ sería ‘Instituto para la Colonización del Mar’. Pero, en realidad, su nombre tiene otro origen histórico y es que Wayne Gramlich había escrito un trabajo suyo sobre el tema de la colonización marítima bajo el nombre de ‘Seasteading: Homesteading in high sea’, trabajo que im

presionó vivamente a Friedman quien decidió contactarlo para conversar con él acerca de sus proyectos.

El resultado fue que, más tarde, ambos establecieron contacto con Peter Thiel (cofundador de PayPal) quien aportó la suma de 1,7 millones de dólares para el proyecto. Compenetrado en el proyecto, Thiel escribió, más adelante, un trabajo al que puso por título ‘La educación de un libertario’ en donde desarrolla las ideas acerca de la libertad de poder acumular.

El Instituto, que ha pasado ya cinco años diseñando proyectos de islas artificiales en mar abierto, está dirigido hoy por Randolph Hencken, en el carácter de director ejecutivo.

Puede decirse, a grandes rasgos, que el proyecto consiste en

“[…] crear viviendas sostenibles en aguas internacionales».

Hace algún tiempo, otro de los ejecutivos del Instituto llamado Joe Quirk, en colaboración con Patri Friedman, escribió un libro en donde se condensan todas las ideas que han dado existencia y continuidad al proyecto. El libro, que lleva por título ‘Seasteading’ (‘Colonización marítima’)

El libro comienza interrogándose si acaso la humanidad hizo bien al construir las ciudades en la tierra cuando pudo hacerlo en el mar, para luego soltar la pregunta que se formulan hoy muchas personas: “¿Está Ud. harto de los políticos?”

Puesto que la respuesta parece obvia, Quirk y Friedman responden con decisión: “¡Entonces, organice su propio país!”

Entre las ideas que plantea el Instituto pueden verse algunas como las que se indican a continuación:

“Las primeras ciudades flotantes tendrán pisos, oficinas y parques en un clima de pequeño pueblo. Habrá escuelas, tiendas, restoranes, clínicas […]”

Sus habitantes podrán ser, entre otros,

“[…] biólogos marinos, ingenieros náuticos, granjeros acuáticos, abogados marítimos, investigadores médicos, personal de seguridad, inversores, ambientalistas, artistas […]”.

LO QUE PRETENDEN LOS ORGANIZADORES DEL PROYECTO

No cabe la menor duda que los organizadores de este mega proyecto están intentando alzarse por sobre los poderes que gobiernan la tierra en busca de mayores espacios de libertad; en palabras más simples: el mundo que existe sobre la tierra les ha quedado chico, necesitan emigrar. Ante ellos, el mar se extiende como un inmenso territorio que se hace necesario poblar.

Pero tras este sentimiento de libertad a través del cual estos individuos buscan trascender se oculta una suerte de oxímoron. Porque tratan de interpretar en forma colectiva una forma exacerbada de individualismo: se trata de anhelos personales que se interpretan colectivamente. Como si todos mis apetitos personales fuesen la tónica de toda una humanidad. Hay, entonces, una afirmación revestida de negación (o lo contrario) como si se tratara de la deslumbrante oscuridad a la que hacen referencia algunos poetas. Porque es un hecho que los organizadores de este mega proyecto pretenden escapar de las reglas que asfixia a gran parte de los capitalistas cuyas ansias de acumulación no conocen límites. El capital es un valor que se valoriza; si así no lo fuera dejaría de ser tal. Induce, en consecuencia, a la avaricia, a la acumulación incesante. Es, por consiguiente, la avaricia lo que necesita de libertad. Como la libertad que exige el zorro cuando ingresa al gallinero.

No es casualidad que los organizadores de este mega proyecto hayan señalado a propósito de lo mismo que la mitad de la superficie del globo no pertenece a Estado alguno y que las ciudades flotantes tendrían por misión administrarse a sí mismas según lo señalen sus propios organizadores. Y que todo ello puede hacerse, en un principio, como una simple experimentación social. Pero con una limitación: los habitantes deben poseer algún dinero. La residencia no es para quien quiera ni para cualquiera.

Como lo expresa con acierto Martín Caparrós: “Aquí, la perfección consiste en escapar de los Gobiernos y las leyes y los impuestos del mundo conocido: las ciudades flotantes serán, si acaso, barrios cerrados por el mar, más cerrados que ninguno: cerrados a cualquier contacto, a cualquier migración, a cualquier intervención ajena. El ideal de yo para mí mismo porque yo sí que puedo se realizará en esas islas flotantes más que en cualquier otro lugar.

En efecto, la realización del proyecto permite suponer que los dueños del capital muestran un comportamiento similar al que adoptan las clases dominantes en las grandes ciudades, es decir, la huída permanente de quienes les han permitido acumular las riquezas que poseen, la separación constante del conjunto social al que pertenecen, la construcción de viviendas para ellos, sus familias y amigos, cada vez más lejanas de los miembros de la sociedad de la cual forman parte. Con la diferencia que, ahora, lo hacen dirigiéndose al mar. No resulta aventurado suponer que,  probablemente, en algún futuro no muy lejano, empezarán a hacerlo hacia el espacio. Los proyectos de colonización de la Luna, de Marte y de otros cuerpos celestes similares no parecen sino entenderse en esa dirección: como si intentasen la permanente huida de quienes producen el plusvalor. Como si la acumulación ininterrumpida fuese una misión divina asignada a ellos para arrancar de quienes la han producido y, de esa manera, acercarse cada vez más a los dioses ancestrales.

IMPORTANCIA DE RECORDAR LA ESENCIA DEL DINERO Y DEL CAPITAL

Sin embargo, huir de las ciudades y de su regulación normativa, huir hacia el mar y flotar sobre las más profundas simas marinas, huir hacia islas artificiales convertidas en focos de acumulación dineraria, hacia esa avaricia sublime que opera sin impedimentos y es llevada a límites cada vez más monstruosos, puede ofrecer algunas dificultades.

La primera de ellas es la naturaleza del dinero que, de una u otra manera, abolida la convertibilidad que lo vinculaba al oro, depende hoy de la autoridad del Estado y de su regulación con otras monedas.

Un estado que se organice al margen de los demás Estados y declare independizarse de los demás, SIEMPRE va depender del dinero y éste del resto de los Estados. Aún cuando se intente hacer valer monedas virtuales (como el ‘bitcoin’ u otros experimentos similares). Va a ocurrir con todas aquellas formas dinerarias que parecían desarrollarse en las postrimerías del siglo 20 como lo fueron los LETS (Local Exchange Trade Systems y otras) que jamás pudieron desarrollarse por su extrema dependencia de otras monedas.

La segunda dificultad es la extraordinaria dependencia que el capital mantiene respecto del dinero: el capital SIEMPRE se va a acumular gracias a la existencia del dinero y NUNCA podrá existir sin él. No hay acumulación posible sin dinero y no hay capital posible sin acumulación. Es decir, podrán acumularse bienes físicos o materiales que, más tarde, han de cambiarse por otros bienes mediante el trueque, pero jamás podrá existir acumulación capitalista, es decir, acumulación numeraria o dineraria que es la típica de este sistema y no otra, reservada más bien para modos de producción precapitalistas.

Por consiguiente, la liberación del capital jamás será posible en estas circunstancias, de lo cual se desprende una consecuencia, esta vez, favorable a la acumulación: una isla en donde pueda organizarse una comunidad de personas ricas con gran capital podrá establecerse, sin lugar a dudas; pero esa comunidad jamás podrá romper los nexos con el resto de la comunidad humana pues estará constantemente dependiendo de los flujos de capital que le permiten hacer su voluntad. Pero esos flujos no provendrán sino de la comunidad que existe en los países establecidos en tierra firme. Podrán los habitantes de esas islas gobernarse a sí mismos y, también, gobernar a la humanidad en su conjunto, pero siempre van a depender del trabajo objetivado que se realiza en otros confines, del trabajo que realiza el humilde obrero cogiendo los frutos de la tierra para que los gocen otras personas, o del científico capaz de idear una máquina para desalinizar el agua de mar que van a beber los habitantes de esas islas artificiales.

LAS ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALES

El proyecto del ‘Seasteading Institute’ no podría entenderse sin lo que ha pasado a denominarse ‘Zonas Económicas Especiales’ ZEE (o ‘Special Economic Zone’ SEZ), regiones geográficas que gozarían de un tratamiento legislativo especial orientadas a facilitar el flujo a una economía de libre mercado limitada, a menudo, por las leyes de un Estado o nación. Se trata, en el fondo, de establecer zonas donde no rija la legislación normal sino franquicias especiales para el desarrollo del capital.

“Las Zonas Económicas Especiales es un proyecto que avanza a nivel mundial. La intención es crear zonas geográficas en donde operan una normatividad diferente a la del resto de un país, y su objetivo es brindar condiciones provechosas para la inversión de capital privado. Mediante leyes especiales precariza aún más las condiciones de trabajo, evita impuestos, opera con normas ambientales diferentes y recibe un tratamiento de apoyo especial por parte del Estado”.

Algunos de esos países en donde las ‘Zonas Económicas Especiales’ han podido establecerse han sido latinoamericanos como México y Panamá. Son polos que atraen capitales y pueden hasta ser considerados por los economistas como ‘fuente de inversión extranjera’. Algunas de esas zonas se les denomina ‘Zonas de Libre Comercio’ ZLC (‘Free Trade Zones’ FTZ); Estados Industrales EI (‘Industrials States’ IS)¸ ‘Zonas Libres’ ZL (‘Free Zones’ FZ); etc. No son resistidas por los sectores sociales pues se establecen en las regiones de mayor pobreza cuyo nivel de vida se eleva al entrar la población local a servir a los nuevos dueños de esas tierras. Por lo menos, así ha ocurrido en México donde la instalación de esas zonas cuenta con el apoyo total de la Asociación de Bancos de México ABM. Según un periódico español:

“En días recientes se ha sumado al proyecto la Asociación de Bancos de México (ABM). El plan del gobierno es establecer un “clúster de servicios” que atienda de manera integral las necesidades de los empresarios que inviertan con condiciones degradantes para los trabajadores y los recursos naturales de los lugares donde se lleguen a establecer estas ZEE. Los banqueros se han comprometido a diseñar servicios financieros y programas de crédito adecuados a los intereses del capital que llegue a invertir en el proyecto”

“La Ley Federal de ZEE señala que éstas se establecerán en alguno de los 10 estados con mayor pobreza del país. Lugares donde la inversión extranjera aún no se ha instalado de manera generalizada. Las primeras ZEE aprobadas se establecerán en los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Yucatán”.

Una de las más activas propagadoras de este tipo de zonas es, en la actualidad, Lotta Moberg, ex oficial de las Fuerzas Suecas de Defensa durante el conflicto en Kosovo, y agregada militar del Ministerio Sueco de Extranjería en Rusia. Por estudios académicos no se queda, pues son esos excelentes institutos los mejores instrumentos para entregar especialistas dedicados al desarrollo y preservación del sistema capitalista: estudió economía en las Universidades de Lund y Uppsala, en Don College de Australia, es Philosophie Doctor PhD en la Universidad de George Mason y cuenta con un copioso álbum curricular. Ha escrito el libro que pareciera ser la Biblia de las Zonas Económicas Especiales, intitulado ‘The Political Economy of the Special Economic Zones: Concentrating Economic Development’. No debe sorprender que haya recibido calurosas felicitaciones de otros economistas y académicos por su trabajo.

CONCLUSIÓN

La Revolución Capitalista sigue su curso, no ha terminado ni, tampoco, afronta una crisis terminal. Menos, aún, el sistema mismo, que goza de buena salud y se activa día a día. Muestra un vigor pavoroso. Y una capacidad de transformación y adecuación que asombra. Recuerda la advertencia de Leon Gieco cuando indicaba que es ‘un monstruo grande y pisa fuerte’, calificación que se hace necesario tener permanentemente presente. Pues se trata del adversario que tenemos por delante. El sistema capitalista mundial continúa, pues, su irrefrenable paso por la historia. Y no va a detenerse en tanto alguien o algo se cruce en su camino, lo desafíe, enfrente y derrote. Porque, el destino de aquel no es diferente al que Thomas Kuhn señalara para los paradigmas: ninguno termina si no existe otro que lo desplaza y se sitúa en su lugar. Pero aquella es una misión que requiere de un sujeto que lo haga, de un sujeto social que tome en consideración su rol histórico, trace un plan, lo convierta en estrategia y actúa para la consecución de ese fin propuesto. Y esa es una tarea pendiente.