Por Jessika Krohne

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Sin duda, el nacimiento de un hijo es uno de los momentos más felices en la vida de una mujer. Sin embargo, también implica una etapa de muchos cambios y donde la mujer se tiene que adaptar a la nueva vida con un bebé que depende total y absolutamente de ella. Especialmente cuando se trata de un primer hijo, la carga física y emocional es enorme. Esta es la etapa que se conoce como puerperio.

La sensibilidad de las puérperas cambia, es así como “algunas mujeres necesitan de muchas manos para sentirse en paz, otras prefieren estar con menos personas, pero naturalmente, depende de cada una; lo importante es no invadir a una mujer que recién dio a luz porque no necesita bombardeo de consejos, necesita tener el tiempo de encontrarse con su hijo y conectarse, sobre todo durante las primeras semanas cuando es completamente normal experimentar todo tipo de emociones, llanto, pena, alegría, estrés”, explica la especialista Daniela Donoso, psicóloga infanto juvenil.

Es importante que en esta etapa la mujer solo este dedicada a experimentarla junto a su hijo, lo conozca y pueda estar en un lugar tranquilo y cálido para darle leche. Cada mujer vivencia esta etapa de una manera distinta, por eso es importante evitar los consejos, excepto que se le pregunte.

Hoy en día es mucho más difícil que antes, ya que la mujer es exigida de una manera mucho más fuerte que antiguamente. Como hay tantos estudios de apego seguro y buen desarrollo del infante, la mujer debería dar pecho por lo menos seis meses, ojalá un poco más y dormir idealmente con el bebé en la misma cama o en una cuna pegada a ella, ya que el colecho nuevamente está de moda. Pero aquí nadie se pregunta si la madre se siente bien con eso. Tal vez ella necesita su espacio, por lo menos para dormir, ya que es común en esta etapa sentirse totalmente invadida por esta nueva criatura. Esos son sentimientos totalmente normales, ya que el cambio es muy evidente. Además hay que adecuarse a los cambios que experimenta el cuerpo y las emociones nuevas que surgen.

Sin duda,  la llegada de un hijo es un cambio para toda la vida,  que puede afectar nuestro día a día,  la relación de pareja, la economía del hogar, tiempo de ocio, entre otras cosas. Pero lo que jamás cambiará es que esta nueva experiencia nos hará crecer y evolucionar como seres humanos por el resto de la vida.