1.- Desde que accedió al poder en 2011, Kim Jong-un ha tenido dos objetivos prioritarios: renovar el Ejército y hacer prosperar la economía de su país. Las aspiraciones nucleares de Pyongyang vienen de la década de 1960 y responden al deseo del régimen de tener plena autonomía política y militar, pese a la oposición, no solo de enemigos tradicionales como EE.UU., Japón y Corea del Sur, sino también de sus aliados tradicionales, China y Rusia.
2.- En realidad, uno de los motivos de Pyongyang es la evaluación racional de sus intereses estratégicos. Las experiencias de Libia e Irak son un recordatorio de que la única garantía para la supervivencia nacional es estar en posesión de armas de destrucción masiva. Aunque Washington no ha expresado intenciones hostiles hacia el norte, Pyongyang sostiene que Estados Unidos son una potencia nuclear superior y, con hasta 28.000 militares instalados en Corea del Sur, representa una clara amenaza.
3.- De este modo, las ambiciones nucleares de Kim Jong-un se perciben también como la expresión de una política identitaria. La legitimidad de la dinastía de los Kim se basa en la narrativa de una defensa nacional ante unos Estados Unidos hostiles e implacables. La Guerra de Corea (1950-1953), presentada por la propaganda norcoreana como el resultado directo de la agresión estadounidense, sirve para describir a la superpotencia ante el público norcoreano como un adversario que pretende destruir el país. Para los norcoreanos más mayores, esa evocación de las acciones estadounidenses durante la guerra, en la que casi cada ciudad del país fue sepultada por los bombardeos, forma una narrativa convincente y es repetida para el grueso de la población a través de los mensajes políticos que a diario emite el Estado.
4.- Las recientes declaraciones belicosas de Trump son un regalo para Kim Jong-un, que le ayudan a fortalecer su imagen de comandante en jefe y supremo protector de la nación. Corea del Norte intensificó sus ensayos con misiles en los últimos años, en los que dos pruebas nucleares concluyeron con éxito. Todo ello mejoró la capacidad disuasoria del país. Informes recientes de inteligencia elaborados en los Estados Unidos sugirieron que Pyongyang podría contar ya con hasta 60 bombas nucleares (una cifra cuestionada por algunos analistas) y sus ejercicios con misiles de largo alcance realizados entre el 4 y el 28 de julio indican que ya podrían alcanzar territorio de los Estados Unidos. Sin embargo, el Bulletin of the Atomic Scientists puso en duda hasta qué punto la mejora de su capacidad balística permitiría a Corea del Norte lanzar una de sus cabezas nucleares contra territorio estadounidense. Hay pocas dudas de que durante el último año haya hecho dramáticos progresos que le aseguraran su membresía en el club de las potencias nucleares. En cualquier caso, Washington dejó claro que no reconocerá esa condición.
5.- Para Kim Jong-un, es prioritario seguir impulsando su política agresiva de lanzamiento de misiles y ensayos nucleares como vía para fortalecer su capacidad disuasoria y, también, su autoridad y legitimidad políticas. Puede contar con que las reticencias de China para establecer restricciones económicas verdaderamente dañinas, pese al reciente apoyo de Pekín a la última tanda de sanciones de Naciones Unidas. Igualmente, es lógico que piense que, al fin y al cabo, como señalaron muchos expertos, Estados Unidos aceptarán la necesidad de negociar alguna forma de paralización del desarrollo de las capacidades nucleares del Ejército de Corea del Norte con la esperanza de que eso estabilizaría el panorama estratégico y a la vez dejaría la puerta abierta a un futuro desarme. Tras la escalada verbal de los últimos días, en los que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó a Pyongyang con «fuego y furia» si llegaba a atacar a Guam, cuesta imaginar que la diplomacia pueda actuar como una herramienta para moderar las tensiones regionales. El secretario de Estado, Rex Tillerson, y otros altos cargos de la administración Trump han subrayado la importancia de la diplomacia y el propio presidente Trump ofreció a Kim en el pasado abrir un diálogo, pero no hay ningún indicio de que eso sea ahora posible.
Fuente: BBC Mundo y otros medios europeos