LA COLUMNA DEL EDITOR

Nuevamente la clase media está en peligro y sin esperanzas, porque ninguna de las candidaturas presidenciales que están en la carta de ofertas u ofertones de 2017 contempla en serio los caminos para que el chileno pueda tener siquiera esperanzas de poder  llegar a encontrar algo de la felicidad esperada y que le prometieron hace ya 27 años.  Por lo que se ve y se escucha todo está concentrado exclusivamente en cuestiones del poder y por lo tanto las respuestas que se dan a los asuntos cruciales no representan en lo más mínimo las esperanzas del chileno medio.

No se tocan con la debida seriedad temas importantes para la vida diaria de la gente  como son la salud, las pensiones (con un reciente proyecto que tiene en realidad un futuro incierto);  las  AFP y su futuro como también el de las  Isapres;  los bajos ingresos, la educación que está ya en una etapa casi terminal, cuestiones quizá menores como el abuso en el cobro de los estacionamientos, el transporte público, el cobro abusivo de los peajes, la creación de nuevos puestos de trabajo en forma permanente, la innovación tecnológica como elemento clave de la producción industrial, la descentralización del país no solamente en palabras sino en forma real y concreta con plazos y fechas precisas; el abandono de los ancianos y ancianas de la llamada tercera edad que hasta hace algunos días les querían limitar hasta la posibilidad de movilizarse libremente en el metro de Santaigo; o  la reorientación de las carreras universitarias que deben contemplar urgentemente disciplinas que  vayan a la par con el desarrollo del país.

Cuando hablamos de desarrollo no nos referimos exclusivamente a un avance puramente económico  sino a un desarrollo de la mentalidad chilena que permita corregir las malas prácticas en los “negocios”  como la colusión o la vida social con tendencias al delito permanente producto del alcoholismo y la drogadicción, que conduce a muchos jóvenes sin trabajo a la delincuencia que se ha incrementado en forma alarmente en el país. Como ejemplo de este comportamiento social con desviaciones graves,  por falta de control y protección personal,  nos encontramos de pronto que el contagio del Sida se ha incrementado en Chile en un 60% en los últimos seis años, especialmente en la población de entre los 20 y 29 años de edad. ¿Cómo pudo haberse producido este descuido tan grande y grave de los políticos y especialmente de parte de las autoridades de la salud?

Y no sólo esto, hoy la erradicada lepra ha vuelto a Chile. Mucho tiene que ver en todo esto con  la falta de control en cuanto al ingreso de refugiados que llegan a Chile, todos muy bienvenidos pero siempre que estén dispuestos a someterse a controles o exámenes médicos, lo que no se hace  porque hasta ahora en este país ni siquiera existe una ley que regule el proceso de inmigración.

¿De qué están preocupados hoy los analistas o voceros políticos en Chile? De  Venezuela, en primer lugar, que sin lugar a dudas es un drama humano muy crítico y casi insoluble por el momento, al menos mientras no haya un diálogo interno real y serio; o de Trump, hoy de vacaciones y jugando golf por quince días mientras el mundo, en algunas regiones se cae a pedazos de «miedo» como lo revelan las bolsas mundiales, también en Estados Unidos, epecialmente ahora con las amenazas atómicas del presidente norcoreano Kim Jung un.  En realidad todo parece ser un gran teatro o drama de la especulación, ignorancia o de la  incongruencia, pero es un drama que está vigente.

Los actuales  candidatos presidenciales en Chile son todos, sin excepción, “más de lo mismo”, utilizando el lenguaje de la calle o más  popular,  aunque esta vez, al menos,  hay rostros nuevos que si llegaran «a la final», podrían convertirse en potenciales riesgos por su falta de experiencia política, como lo han demostrado en campaña. Sabemos que Piñera es más de lo mismo, no es ninguna carta nueva ni desconocida, ya lo conocimos como Presidente frente a un gobierno que no fue tan espectacular como dice la derecha. Sin embargo, con la reforma política que eliminó el binominal para pasar al sistema proporcional, a quien gobierne en La Moneda le va a costar mucho tiempo y paciencia poder lograr las necesarias mayorías parlamentarias. Esto se está vislumbrando a medida que avanza la campaña electoral y el desarrollo potencial de las fuerzas políticas y dependiendo finalmente de qué porcentaje de la población electoral concurrirá efectivamente a las urnas.

La otra oferta, la de Alejandro Guillier, nos pone frente a un candidato que lo hacía espectacular como lector de noticias en la televisión, pero que no prende porque no dice nada, nada de las cosas que la gente  desea escuchar. Es  una candidatura sin ideas, que no muestra las puertas de salida a los problemas de la clase media o pistas nuevas de despegue para la deteriorada economía chilena. Tampoco se pronuncia frente a los grandes problemas nacionales e internacionales, como es por ejemplo, la crisis de Venezuela y la situación del gobierno de Nicolás Maduro, que directa o indirectamente afecta a los países latinoamericanos como Chile.  Es una candidatura, que a tres meses de las elecciones, no tiene programa conocido y más encima es apoyada por el Partido Comunista, una colectividad  que solamente trabaja para sus propios intereses y poco hace o ha hecho por el país en la nueva era democrática chilena. Su máximo objetivo partidario ahora es lograr la elección de un senador y por eso fue desplazado en la Región de Atacama el ex canciller, ex secretario general de la OEA  y negociador de Chile ante La Haya, José Miguel Insulza, para dejarle el paso abierto al comunista Lautaro Carmona.   El otro apoyo de Guiller  es el del presidente de los socialistas Alvaro Elizalde, quien fue uno de los causantes, junto a Rodrigo Peñailillo, del curso equivocado y los errores cometidos por Michelle Bachelet al comienzo de su mandato en 2014. Y para peor Guillier se presenta como continuador de las reformas de Bachelet, pero nadie sabe a que reformas se refiere, porque el actual gobierno ha fallado en casi todos los temas importantes y proyectos, partiendo por la nueva Constitución y la reforma tributaria, que  tenía como objetivo principal financiar la reforma educacional, lo que está muy lejos de ello.

Carolina Goic es una mujer realmente encantadora y muy bien intencionada, pero eso no basta en política. Ella tampoco tiene mucho que ofrecer ni tampoco estar dispuesta o tener las condiciones para poder gobernar en un país tan complicado como es Chile, con un presidencialismo fuerte y un Congreso compuesto mayoritariamente por muchos políticos «apernados a sus escaños»  que ya no están en condiciones de pensar en el progreso de Chile, sino sólo en ellos mismos. Además la candidatura de Goic está inserta en un partido sin líderes y prácticamnente desarticulado por los cuatro costados.

Goic  utilizó la facultad que le dio la Junta Nacional de su partido para definir  la lista parlamentaria, pero al único que eliminó fue a Ricardo Rincón apoyándose en las acusaciones de maltrato familiar en contra del actual diputado y basándose en un informe del abogado democristiano Patricio Zapata y que no incluyó a otros casos irregulares como los de Roberto León (con conexiones en SQM controlado por el yerno de Pinochet Julio Ponce Lerou);  Marcela Labraña  (quien como directora del Sename tuvo que declarar por la muerte de la niña Lissette Lara asegurando que la menor habia fallecido «de pena», en circunstancias que las investigaciones indican que sufrió maltrato o tratamiento indebido por parte de funcionarios que estaban a su cargo); Iván Fuentes (vinculado al escándalo de la Ley de Pesca); y aparte de algunos candidatos acusados y condenados por conducir en estado de ebriedad, que seguirán siendo candidatos.

Así parece que la promesa ética realizada por Carolina Goic, que puso en suspenso hasta su propia candidatura presidencial, tenía un sólo nombre: Ricardo Rincón. ¿Por qué? No hubo respuesta hasta ahora.

Nos queda el Frente Amplio que integra casi a una veintena de partidos, movimientos y pequeños grupos políticos. Realmente son muchos integrantes en esta coalición o alianza para poder llegar a «amarrar» acuerdos reales y efectivos, aunque en general la candidata Beatriz Sánchez lo ha hecho bien y ha entregado nuevas ideas para gobernar el país, que es lo que realmente escasea en esta campaña. Sin embargo, todo esto no le será suficiente en esta vuelta para llegar a La Moneda. Esto significa que la «sufrida» clase media, que ha crecido en Chile, deberá esperar otros cuatro años para aspirar a cambios reales.