Por Martín Poblete
En menos de dos días, la retórica en el juego de afirmaciones y declaraciones cruzadas entre los Estados Unidos y el régimen en Corea del Norte, ha escalado las tensiones bilaterales y regionales a niveles de alto riesgo; a las últimas pruebas de misiles del régimen norcoreano, Donald Trump ha respondido prometiendo lanzar «fuego y furia» sin precedentes, mientras desde Pyongyang se amenazan las importantes instalaciones americanas en la Isla de Guam. La sola idea de pensar en ataques selectivos con la esperanza de mantener la situación controlada es una ilusión.
Se debe asumir como alta probabilidad la capacidad americana de atacar las centrales nucleares norcoreanas, las principales plataformas de lanzamiento de misiles, y parte sustancial del equipamiento electrónico del ejército norcoreano; si bien se ha progresado mucho en la precisión de los misiles americanos con su implicancia de poder destruir solamente lo inmediato a los blancos escogidos -«surgical strikes»- sería imposible evitar la muerte de miles de personas, esto último también es válido para un eventual ataque norcoreano a Guam.
Cualesquiera forma de un ataque nuclear a Corea del Norte crearía situaciones nuevas, sin precedentes. En Hiroshima y Nagasaki no había instalaciones nucleares; en Corea del Norte las hay de bastante complejidad, incluyendo varios reactores pesados. Nunca se han atacado reactores pesados en plena operación ni sus altamente radiactivas instalaciones anexas, con armas nucleares de cualesquiera naturaleza, el impacto y consecuencias de hacerlo son impredecibles, como lo establece con claridad el varias veces verificado teorema de la incertidumbre, enunciado en 1928 por el Dr. Werner Heisenberg.
Las perspectivas de represalia norcoreana no estarían dirigidas a lugares inalcanzables, sino a la capital surcoreana, Seúl, a cuarenta kilómetros de masivos emplazamientos de artillería pesada complementada por baterías móviles de misiles de rango intermedio y corto, amenazando esa ciudad con mortandad de cientos de miles, tal vez mas.
Sería muy difícil mantener semejante conflicto limitado a unos pocos beligerantes, Asia oriental está entrecruzada por tratados bilaterales incluyendo garantías militares, cedidas por potencias mayores a otras de menores dimensiones; es una situación parecida a la de Europa en aquellos días de agosto de 1914. Valga recordarlo, en la Guerra de Corea 1949-53, China bajo el régimen de Mao ZeDong, honró sus garantías militares concedidas al fundador de la dinastía norcoreana, Kim IL Sung; el 2 de octubre de 1950, el Ministro de Relaciones Exteriores chino Chou En Lai, recurriendo a la intermediación del Embajador de India Sandar Pannikar, hizo saber tal determinación, ejecutada el 8 de octubre mediante veinte divisiones en el campo de batalla.