El asalto del excapitán de la Guardia Nacional  venezolana Juan Caguaripano, en busca y captura por rebelión y traición desde hace tres años, escapó este domingo del enfrentamiento llevándose parte de las armas y municiones de la base de Paramacay, la más importante de blindados de todo el país.

Según fuentes militares, Caguaripano logró convencer a una parte de la tropa para vaciar el depósito de armas y tomar algunas zonas de la instalación militar. En los alrededores se escuchaban ráfagas de disparos, mientras las fuerzas leales a Maduro instaban a los rebeldes, por megáfono, a que depusieran las armas.

Horas después del ataque, en su cuenta de Twitter, Caguaripano aseguró: “Los objetivos fueron logrados satisfactoriamente en coalición con diferentes compañeros de las fuerzas armadas”. En otro tuit aseguró que habían sustraído “todas las armas del fuerte Paramacay”. Esa instalación militar es la sede de la 41 brigada blindada del Ejército, que tiene el mayor poder de fuego militar. El control de esa fortaleza es vital para el Gobierno. Un opositor que se manifestaba cerca del cuartel en favor de los atacantes murió por impacto de bala de las fuerzas de seguridad, según el opositor Henrique Capriles.

Entretanbto, las Fuerzas Armadas venezolanas calificaron la incursión como “un ataque paramilitar de tipo terrorista” y aseguraron que se mantienen leales al presidente Maduro. El asalto abre la duda sobre el nivel de malestar entre los oficiales venezolanos por la deriva de la crisis del país, profundizada desde el fin de semana con la puesta en marcha de la Asamblea Constituyente promovida por el chavismo, aunque no hay constancia de que el asaltante tuviera algún apoyo desde el interior del cuartel.

Varios uniformados han sido detenidos en los últimos meses por la contrainteligencia militar venezolana por formar parte de supuestos planes de insurrección, entre ellos algunos generales. Caguaripano fue expulsado durante el primer semestre de 2014 por su supuesta vinculación con una conspiración que los medios locales llamaron Golpe azul, por el color del uniforme del oficial de mayor jerarquía involucrado, el general de brigada de la Aviación Oswaldo Hernández Sánchez. La justicia castrense condenó en enero a cuatro primeros tenientes y a otros tantos civiles por ese caso, pero Caguaripano permanecía en la clandestinidad.

El general retirado de la Guardia Nacional Marcos Ferreira afirma que desde entonces Caguaripano se había relacionado con otros oficiales para formar un amplio movimiento de insurrección con ramificaciones en todos los sectores de las fuerzas armadas. La FANB asegura que Caguaripano había estado escondido en Miami en algún momento, informó el diario El País.