Columna del editor
La figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aparece como una de las más controvertidas dentro del grupo de políticos que se concentrarán durante dos días en Hamburgo en la cumbre del G-20, con el propósito de discutir «soluciones» para los problemas más críticos de la humanidad. Este grupo es en realidad un foro de veinte países, cuyos jefes de Esado y/o de Gobierno (gobernadores de bancos centrales y ministros de finanzas, incluidos), se reúnen regularmente, desde 1999 para revisar el avance o retroceso del mundo en varios sentidos, especialmente de Europa y EE UU. Está compuesto por los siete países más industrializados del mundo (G-7), más Rusia(G-8) y once países también desarrollados»industrialmente hablando» de todas las regiones del mundo, entre ellos tres latinoamericanos Brasil, Argentina y México , y la Unión Europea como bloque económico.
Si bien Trump, quien arribo este jueves a Hamburgo desde Polonia, ha flexibilizado su lenguaje e ideas en las últimas semanas, reafirmando por ejemplo su compromiso con la OTAN en Europa frente a lo cual había sido reacio al comienzo de su gobierno por su principio político de «América primero». Igualmente se está comprometiendo cada vez más con la defensa común ante el ataque contra cualquiera de sus aliados, pero, sin embargo, mantiene, un discurso nacionalista que aparece anacrónico.
Así se vio y se escuchó ayer en la plaza Krasinski de Varsovia, símbolo del levantamiento de los polacos contra los nazis en 1944, donde urgió a Occidente a luchar por la defensa de la «civilización y valores” occidentales frente a la “amenaza del terrorismo radical islamista contra nuestro estilo de vida”, como dijo.
La canciller alemana Angela Merkel, hará lo imposible por buscar acuerdos en el G-20, a pesar de las escasas coincidencias con el líder estadounidense.
Merkel y Trump se reunieron ya este jueves por espacio de una hora tras la llegada del mandatario a la ciudad de Hamburgo para definir posiciones de cara la cumbre del G-20 que comienza este viernes y, como ya dije, sin demasiadas expectativas de consenso.
Los dos líderes se encontraron en un céntrico hotel de la ciudad portuaria de Hamburgo (norte de Alemania), fuera del recinto ferial donde se celebra la cumbre, con el objetivo de analizar los puntos en los que Washington se mantiene al margen del acuerdo general y evitar un fracaso similar al del G-7 en Taormina, en mayo último.
Merkel, no obstante, dijo que hará lo imposible por buscar acuerdos en el G-20. Su estrategia será no ocultar los «disensos», sino que les va a «poner nombre».
Trump demostró abiertamente en Polonia que deseaba llegar a la cita de Hamburgo como un líder fuerte y en una posición de poder, porque será en esta ciudad portuaria alemana donde se encontrará por primera vez como presidente, frente a frente, con su colega ruso Vladimir Putín, otro controvertido político en este escenario de los países más desarrollados o industrializados del mundo.
Así, «premeditadamente» Trump endureció justamente en Varsovia su postura frente a Rusia a la que acusó de «desestabilizar» a otros países, algo que el Kremlin se apresuró a negar de inmediato. Y por primera vez Trump se abrió en una forma poco clara a reconocer la posibilidad de que Moscú haya «interferido» en las elecciones estadounidenses del año pasado en las cuales él fue elegido Presidente y la candidata demócrata Hillary Clinton fue derrotada.
«Lo he dicho muy sencillamente, creo que muy bien podría haber sido Rusia, creo que bien podrían haber sido otros países. Mucha gente interfiere. Eso ocurre desde hace mucho tiempo», afirmó el presidente republicano en Varsovia, durante una rueda de prensa con su homólogo polaco, Andrzej Duda, tratando de suavizar un poco sus palabras anteriores sobre la “supuesta intervención rusa” en las elecciones estadounidenses y ante la petición de la prensa de que contestara únicamente sí o no a la injerencia rusa. A esto el presidente estadounidense afirmó: «Nadie puede estar completamente seguro».
“La cuestión fundamental de nuestro tiempo es si Occidente tiene la voluntad de sobrevivir”, dijo Trump en un contundente discurso, en el que se refirió al pasado histórico de Polonia y a su lucha por defender sus valores en distintos puntos de su pasado frente a los opresores, desde el nazismo al comunismo. «La experiencia de Polonia nos recuerda que la defensa de Occidente se basa en última instancia no solo en los medios sino también en la voluntad de sus habitantes para imponerse», afirmó.
Trump estuvo en Varsovia en “su propia salsa” porque fue aplaudido y vitoreado por miles de polacos, muchos transportados desde lejanas regiones en autobuses gratuitos pagados por el partido de gobierno Ley y Justicia del presidente Andrzej Duda, el más ultraderechista de la Unión Europea que se vanagloria de su política contra la inmigración, de su islamofobia y que defiende los “valores cristianos” y de la “familia tradicional.