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Todos fuimos estremecidos con el asesinato llevado a cabo el primer domingo de julio por el veterinario Osvaldo Campos quien posteriormente decidió terminar con su vida.

Las elecciones primarias y el partido de fútbol protagonizaron la parrilla noticiosa ese día, por lo tanto, esta noticia no recibió el debido protagonismo, a pesar de tratarse de un caso criminal muy grave que hasta ahora solo se había visualizado en países “desarrollados”. Campos, un cliente habitual del recinto, abrió fuego contra funcionarios del casino de juegos, provocándole la muerte a dos de ellos. El hombre luego estuvo encerrado por más de cinco horas en un baño del establecimiento y finalmente terminó con su vida. Según se informó, el médico veterinario había perdido más de 18 millones de pesos durante su estadía en el lugar.

Campos habría sufrido una ludopatía, es decir una adicción patológica al juego y probablemente haya presentado aparte otra patología de salud mental que lo llevó a protagonizar este tipo de delito.

¿Qué es la ludopatía?

En simples palabras, es una forma de adicción sin drogas, es decir sin ingerir sustancias químicas. Las adicciones sin drogas funcionan, en unos casos, como conductas sobreaprendidas que traen consigo consecuencias negativas y se adquieren a fuerza de repetir comportamientos que en un principio resultan agradables; y en otros, como estrategias de afrontamiento inadecuadas para hacer frente a los problemas personales (por ejemplo, acudir al bingo para hacer frente a la ansiedad o a la tristeza).

Estudios realizados en la Región Metropolitana, consideró 1.032 encuestas entre hombres y mujeres mayores de 18 años. Entre sus res

ultados destacan que un 85,7% de los jugadores son de bajo riesgo y un 2,4%, son patológicos o ludópatas. Dentro de los jugadores patológicos, el 79, 7% son mujeres.

Mientras las motivaciones de los hombres para jugar son la obtención de un dinero fácil y la búsqueda de excitación, las mujeres juegan más para aliviar el malestar emocional y para hacer frente a la soledad. Las mujeres comienzan a jugar a una edad más tardía que los hombres, pero la adicción se desarrolla más rápidamente.

A diferencia de otras conductas adictivas, el juego patológico se distribuye por todas las clases sociales y por todas las edades. No obstante, la edad de acceso al juego ha descendido en los últimos años. De este modo, cada vez son más los adolescentes que buscan tratamiento por problemas de juego.

Guillermo Vergara, psiquiatra y académico resalta que la conducta que presentó el médico veterinario es totalmente fuera de lo habitual. «Los ludópatas no son personas potencialmente riesgosas para el resto, generalmente ellos son las principales víctimas de su enfermedad. Puede llevarlos al suicidio, pero que cometan actos violentos contra terceros es muy infrecuente», asegura, y agrega:

«Las personas con ludopatía son personas que requieren apoyo y que tienen riesgo principalmente para sí mismos».

Algunos síntomas típicos de los ludópatas es que comienzan a hacer cosas que antes no hacían habitualmente, pierden su trabajo, no logran mantenerse alejados del juego a pesar de querer hacerlo, presentan irritabilidad al no jugar, y piensan constantemente en el juego y las apuestas.

La ludopatía tiene diferentes etapas. La primera es la de ganancia, en que la persona se entusiasma con el juego y su gratificación inmediata. Luego viene una etapa de pérdida, en que el ludópata comienza a darse cuenta de que se está endeudando, pero mantiene la esperanza de que ganará y recuperará lo invertido. Finalmente, se da la etapa de esperanza, en que los adictos al juego empiezan a tener pensamientos más francos y terminan dándose cuenta de que tienen un problema.

Una vez identificado el problema, viene el período de tratamiento que, al igual que con otras adicciones o patologías de salud mental, debe ser multidisciplinario, con la participación de psiquiatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales y otros especialistas, para así abarcar todos los ámbitos del conflicto.

Al haberse considerado la ludopatía como una adicción, se ha recurrido a la utilización de técnicas terapéuticas que han mostrado su utilidad en el control del alcoholismo y de la drogadicción. Actualmente la mayor parte de los programas de tratamiento se llevan a cabo en régimen ambulatorio e incluyen diversas alternativas (tratamiento psicológico, farmacoterapia, grupos de autoayuda) y diferentes formatos (individual o grupal).

Las técnicas mejor estudiadas hasta la fecha son la desensibilización imaginada, la reestructuración cognitiva, la terapia motivacional y la exposición en vivo con prevención de respuesta, junto con el control de estímulos.