Cambios potentes realiza el Papa Francisco en el Vaticano donde ha sido removido de su cargo el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, justo en un momento en que la cúpula de la Iglesia es sacudida por nuevas duras acusaciones de pederastia contra el cardenal austriaco George Pell, consejero directo del papa Francisco en el aparato financiero de la Santa Sede.
Müller debe abandonar el importante cargo por haberse alineado públicamente con los sectores conservadores reacios a algunos cambios impulsados por el Papa en el ámbito de la pastoral familiar, como la apertura a los divorciados vueltos a casar.
A Müller, que llevaba cinco años en el cargo y había sido nombrado por el anterior papa Benedicto XVI, le sustituirá su actual número dos, el arzobispo español Luis Francisco Ladaria Ferrer, jesuita.
«El relevo anunciado hoy es una noticia de alcance en el Vaticano. Marca quizás un antes y un después en el curso reformista del papa argentino, y pone en evidencia de nuevo las fuertes tensiones internas», escribió La Vanguardia de Barcelona.
La Congregación para la Doctrina de la Fe -el ex Santo Oficio- es un dicasterio fundamental, pues actúa como guardián teológico de la ortodoxia católica. Se ocupa, además, de tramitar los casos de pederastia eclesial que llegan de todo el mundo. Al frente de la congregación estuvo durante mucho años, antes de ser elegido pontífice, Joseph Ratzinger.
La marcha de Müller no ha sido una sorpresa. Se veía venir. El momento de hacerse pública, no obstante, refuerza la imagen de un pontificado en dificultades, de un Francisco a quien le cuesta imponer su visión de la Iglesia católica. Se produce, además, sólo dos días después de la excedencia concedida al cardenal australiano George Pell, prefecto de la poderosa Secretaria para la Economía, para que vuele a su país y se defienda ante los tribunales de las acusaciones de pederastia que la policía australiana ha presentado contra él.
Pell declarará como imputado por presuntos abusos a menores el 18 de julio en Australia, donde oficialmente miles de casos denunciados entre 1980 y 2002 implican al 7% de los sacerdotes del país. Concretamente hay 10 denuncias distintas contra Pell.
La Santa Sede confía en su cardenal, pero le obliga a testificar pese a alegar desde hace tiempo problemas de salud para no viajar. La situación para Pell es doblemente delicada ya que está siempre presente el caso del excardenal Bernard Law, implicado en el atroz escándalo de pederastia en Boston, quien evitó los tribunales y fue nombrado en mayo de 2004 arcipreste de la Iglesia de Santa Maria Maggiore en Roma. El caso Pell, sin embargo, obliga a interrogarse sobre por qué fue nombrado y permaneció hasta el jueves en su puesto -seguirá en excedencia- cuando sus vínculos con aquel periodo eran comprometedores y las acusaciones no cesaban.
Pell dio la cara el jueves último negando las denuncias, pero vivió varios años en la misma casa que Gerald Ridsdale, el abusador en serie de la escuela Saint Alipius, ocupó en Ballarat, donde oficialmente miles de casos fueron ya denunciados. Ballarat es un centro, calificado por la prensa australiana como “paraíso de pederastas”, en el que cinco de sus seis profesores fueron relacionados y condenados con casos de abusos. Ambos fueron colegas de él mucho tiempo. De hecho, Pell acompañó a Ridsdale a testificar en 1993 en uno de los juicios por los que fue condenado a 18 años de cárcel por la violación de hasta 54 menores.