La 47 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) concluyó sin alcanzar acuerdo alguno frente a la  crisis interna de Venezuela, ni siquiera lo que un día antes el secretario de Estado estadounidense, John Sullivan, llamó un modesto paso, consistente en la integración de un grupo de contacto cuya tarea sería intentar un diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y los grupos opositores venezolanos. Así podría al menos terminar la violencia que ya deja un saldo de 91 muertos, pero lamentablemente ninguna de las medidas de presión contra Venezuela prosperó.

Después de tres días de trabajo en los que los diplomáticos del hemisferio (35 Estados)  dedicaron largas horas, intensos cabildeos e interminables discursos acerca de un solo tema: Venezuela, su gobierno y la crisis interna, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, con gesto malhumorado clausuró la reunión y todos abandonaron la sala en Cancún con las manos totalmente vacías.

A pesar del inocultable tropiezo de la diplomacia mexicana, el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Videgaray Caso, dijo en conferencia de prensa que el hecho que la propuesta que él promovió no consiguiera los 23 votos que se requerían  y obtuviera 20, pero de los países miembros de la OEA, de países que representan el 93 por ciento de la población y el 98 del producto interno bruto, es un claro mensaje que tiene que escucharse en las calles de Caracas, donde hay muchos que están arriesgando su vida porque no están dispuestos a transigir con el desmantelamiento del Estado democrático; un mensaje que va mucho más allá de una formalidad que pueda darse entre diplomáticos, informó el diario mexicano La Jornada.

Al preguntarles a Videagaray las razones por las cuales la OEA no pudo llegar a ningún acuerdo de condena a Maduro, aludió a que la hasta entonces canciller venezolana Delcy Rodríguez (hoy renunció al cargo para postularse al Parlmaneto venezolano) era portadora de  tres maletines negros llenos de dinero. Todos lo pudieron ver y generaron suspicacia, reconocieron Videagaray y Almagro.

La sensación de fracaso que se observó en el centro de convenciones de   Cancún motivó a  un grupo de opositores venezolanos a interrumpir  la sesión este miércoles por la tarde y protestar ante la incapacidad de lograr una condena. El grupo, en el que se encontraban algunos diputados del ala más conservadora de la oposición, los miembros de Voluntad Popular, el partido del preso político Leopoldo López, criticó la falta de solidaridad de los países que se abstuvieron. «Si la OEA no lo consigue, ¿quién lo va a lograr? No podemos esperar más», criticó Carlos Vecchio, miembro del partido de López exiliado en Estados Unidos.

Momento crucial para la viabilidad de la OEA

El subsecretario estadunidense Sullivan, quien asistió en lugar del titular del Departamento de Estado, Rex Tillerson, apostó fuerte para obtener de este encuentro un golpe contundente contra Venezuela, invocando incluso el futuro de la OEA, que en el pasado siempre respondió a los intereses de Washington.

Este es un momento crucial para el organismo hemisférico, dijo. Si no logramos dar este paso, ponemos en riesgo nuestra capacidad futura de avanzar como organización. Es lo menos que podemos hacer. Esto tampoco fructificó.

Mientras tanto, la preocupación de varios Estados miembros sobre los muertos en las calles de Venezuela siguió acaparando largas intervenciones en las dos sesiones de trabajo matutinas. Antes del arranque de la 47 Asamblea, Almagro había asegurado que se buscaría invocar la llamada Carta Democrática para aplicarla a lo que él considera una ruptura del orden constitucional y democrático en Venezuela, donde, según ha expresado, gobierna una dictadura.

Venezuela, por su parte, anticipando la aplicación de una de las sanciones más extremas que contempla la Carta Democrática, que es la suspensión de un Estado miembro, se adelantó anunciando su retiro de la OEA.

Sin embargo, esto no se concretó en la práctica, porque la delegación que encabeza la canciller Delcy Rodríguez continuó participando en las reuniones. Y pidiendo el uso de la palabra una y otra vez.