La columna del editor

Quizá sea el proyecto más polémico de los republicanos porque afecta a los más pobres y a los trabajadores con bajos ingresos, en otras palabras, los que menos ganan en Estados Unidos.

Lo que hizo Barack Obama con la ley sanitaria fue el logro de una mayor justicia humana y social. Donald Trump todo lo contrario: abaratar costos y recuperar impuestos a costa del sacrificio de los más miserables,  es decir un  gobierno capitalista, y sobre todo proteccionista,  al mejor estilo de los comienzos del siglo XX.

El proyecto de ley que  reforma la ley fue dado a conocer este jueves por los líderes republicanos del Senado en Washington e impresionó a muchos estadounidenses por los fuertes recortes al programa Medicaid (para personas de bajos ingresos) y la eliminación de muchos impuestos incluidos en 2010 para financiar la reforma de Obama.

Son 142 páginas depresivas para un mundo y una sociedad que busca una nivelación en las condiciones de vida entre los mas ricos y los más pobres. Todo está en la web del Comité Presupuestario del Senado. Pero, lo peor de todo es que la redacción del proyecto se hizo en secreto por un pequeño grupo de 13 de senadores  y a espaldas de los partidos y de todo el mundo. Esta actitud ha originado grandes dudas y sospechas sobre lo que realmente Trump desea hacer en Estados Unidos en «coalición» con los núcleos más conservadores de los republicanos.

La palabra “horror” era escuchada hoy en diversos centros laborales, especialmente los cercanos al Partido Republicano, donde surgen divisiones internas porque los cabecillas de la funesta maniobra desean aprobar la normativa antes de que acabe el actual mes de junio.

El proyecto de ley del Senado, como otra iniciativa similar ya aprobada en mayo por la Cámara de Representantes, busca derogar y reemplazar la reforma sanitaria promulgada en 2010 por el entonces presidente demócrata Barack Obama, la llamada popularmente «Obamacare», que ha permitido obtener cobertura médica a más de 20 millones de personas.

El líder de la mayoría conservadora en el Senado, Mitch McConnell (foto de portada), al mejor estilo “dictatorial” o autoritario  quiere someter el texto a votación la próxima semana, para tenerlo aprobado antes de que el Senado entre en receso estival. Con este mecanismo impedirá cualquier tipo de debate que demande la oposición demócrata como también algunos republicanos más razonables.

Trump, ha depositado muchas esperanzas en el plan. ¿Será quizá porque se pronostica que en diez años unos 23 millones personas perderán la cobertura médica en EE.UU?

McConnell ha tratado de proteger su proyecto legislativo de las críticas derivadas de este informe y, por eso, los debates internos se han llevado a cabo en secreto en las últimas semanas.

Además, el líder republicano ha decidido tramitar la propuesta mediante un procedimiento presupuestario que le permite aprobarlo con el apoyo de apenas 50 senadores, en lugar de los 60 que requieren generalmente los proyectos de ley.

Trump, Trump y solamente Trump parece escucharse en la Casa Blanca. Es el nombre de la retroexcavadora en contra de Obama y los demócratas.

Y todo parece ser que las regulaciones sobre la inmigración, el muro en la frontera con México,  el rechazo del Acuerdo de París sobre el fenómeno climático o la reforma sanitaria,  son sólo el comienzo de todas las barbaridades al mejor estilo de la “Edad Media” que Trump anunció en campaña y ahora está intentando llevarlas a cabo al pie de la letra.

En esta lista negra figura el denigrante muro en la frontera mexicana. Sobre este tema, Trump tuvo hoy una “idea genial” por lo absurda: «Estamos pensando en construir el muro como un muro solar que produzca energía y se pague solo», dijo. En otras palabras el muro con México estaría revestido de paneles solares. «Bastante imaginativo, ¿verdad? Ha sido idea mía», declaró Trump, agregando que el “muro solar beneficiará a México porque «tendrá que pagar mucho menos» por él.

Es la nueva política de Trump «América primero» muy similar a lo que en los años cincuenta Charles Wilson, como director de General Motors, declaraba «lo que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos y viceversa».