Por Walter Krohne (*)

Cinco días de presentación de candidatos que participarán en las primarias del 2 de julio, realizada por Chilevisión, permitieron dar una primera visión de lo que será la actual campaña presidencial chilena que, después de la primera y segund a vueltas,  terminará un nuevo proceso con la figura que reemplace a la actual Presidenta Michelle Bachelet en La Moneda.

La verdad es  que entre los postulantes hay de todo, desechables, aceptables y quedando al final de cuentas unos pocos  que están en condiciones reales o capacitados para asumir la nueva era de la gran política chilena en medio de la incertidumbre  general y la desconfianza ciudadana que reina por todas partes.

Al margen de los conceptos ideológicos, los dos que más se destacaron por la forma o el modelo que presentaron para enfrentar los problemas cruciales,  serían Alberto Mayol y Sebastián Piñera. En tercer lugar quedaría Beatriz Sánchez, Felipe Kast en cuarto puesto y finalmente se ubicó José Manuel Ossandón, que demostró claramente no estar en condiciones de asumir este desafío presidencial.

Si pensamos en los actuales problemas de Chile,  me refiero a los problemas cotidianos de la gente, estos son doce: 1.- Delincuencia; 2.- Pensiones; 3.- Salud: Isapres-Fonasa; 4.- Educación (con o sin gratuidad universal, pero de calidad); 5.- Trabajo (creación permanente de nuevos puestos de trabajo); 6.- Fomento  de la industrialización o creación de otras fuentes de ingresos (que no tengamos que seguir viviendo del cobre porque es un riesgo a futuro); 7.- Modificación del sistema de economía de mercado con la posibilidad de que el Estado pueda intervenir en ciertos aspectos en cuanto a los precios de productos claves (como alimentos básicos, medicamentos, estacionamientos y frente a otras especulaciones o deformaciones del mercado); 8.- Incremento real de los ingresos que permita combatir la desigualdad social y económica; 9.- Control efectivo del Estado de los gastos instiucionales y un alto a la corrupción; 10.- Retorno al Estado de la propiedad de las fuentes de energía y abaratamiento de ella para los usuarios; 11.- Descentralización efectiva ( también en materia de impuestos);  y 12.- Mejoramiento general del transporte, especialmente el urbano en Santiago) que permita disminuir el número de automóviles y vehículos cuya propiedad se hace obligatoria para poder llegar a los lugares de trabajo.

Todo lo demás es enredar el panorama y las perspectivas de la gente, como son los aspectos morales y socio-familiares-culturales como el matrimonio igualitario, el aborto etc. (temas valóricos) que se van a ir dando en forma gradual y paulatina con el tiempo, cuando el chileno medio abandone su desesperación actual, el rico incremente su aporte en favor de la igualdad y el pobre dé intentos serios para pasar a otra etapa, al menos a una nueva clase media incipiente (crecimiento e igualdad).

Lo que vemos hoy es una absoluta falta de protección estatal. ¡Sálvesese el que pueda! parece ser el lema vigente. Los dramas sociales y humanos se pueden apreciar en cada esquina, es decir lo que necesitamos es perseguir y lograr una verdadera calidad de vida. Sin embargo, aquí en Chile, como también en otros países cercanos los candidatos prometen y prometen, pero llegado el momento no pasa mucho, como ha sido el caso del actual Gobierno de Chile, que llegó y fue elegido para cambiar el país hacia arriba con una serie de reformas, pero el resultado final está siendo hacia abajo.

Lo mismo ocurrió con Piñera en su primer gobierno cuando en campaña prometió el fin de  la puerta giratoria para la delincuencia, y al final este mal se ha duplicado o quizá triplicado. El caso de una abogado de Vitacura que anoche contó por televisión cómo asesinaron a su marido en su lugar de trabajo y cómo ella y sus hijos fueron posteriormente asaltados brutalmente en su casa. Es algo horrroso que no puede volver a ocurrir y  tampoco los asesinatos a sangre fría como el del matrimonio Luchsinger Mackay al que le incendiaron su casa en la Arauanía a vista y paciencia de muchos moradores del lugar.

Son estos horrores los que van marcando a un país hacia abajo, deprimen a la gente y se pierde la confianza en el Gobierno y en los políticos en general. Esta depresión natural y espontánea se produce igualmente cuando uno recorre Santiago de noche y ve la miseria humana representada por centenares de mujeres y hombres solos, niños incluidos,  que viven cubiertos con cartones y diarios en las esquinas tratando de soportar el frío bajo cero.

Aparte de los candidatos que van a primarias, hay numerosos otros, unos veinte más al menos, que comenzarán el proceso en primera vuelta. Entre los más destacados aparecen Carolina Goic de la Democracia Cristiana que no crece en apoyo (2%) a pesar que también ofrece «un sueño de país» y Alejandro Guiller que es más de lo mismo si se le compara con la actual  Nueva Mayoría. Su peor error ha sido nombrar en su comando a dirigentes y parlamentarios comunistas que intentarán manipularlo como ya ocurrió con Bachelet, a pesar que él dice ser un candidato independiente.

El otro gran peligro es la abstención que es imposible calcular,  prever o medir a través de encuestas y que puede causar sorpresas inesperables como ha sucedido recientemente en varias naciones del mundo.

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(*) Columna del Editor